EL CARDENAL OSORO ABRE, EN SU TIERRA, EL AÑO JUBILAR DE SANTO TORIBIO DE LIÉBANA QUE SE REMONTA A MÁS DE 500 AÑOS DE ANTIGÜEDAD

Hoy,” desde este lugar, abriendo la Puerta Santa que representa a Jesucristo, hemos de decir contemplando la Cruz, “¡no!” a una sociedad materialista, egoísta, que sólo busca el poder y el tener; que mata porque excluye.

La Puerta del Perdón del Monasterio de Santo Toribio de Liébana (Cantabria-España) se ha abierto este pasado domingo a las 12.15 horas, dando inicio así a un nuevo Año Jubilar Lebaniego, once años después de la anterior conmemoración. En esta ocasión el lema escogido es, «Nuestra gloria, Señor, es tu Cruz”.

El cardenal cántabro y Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra fue el primero en traspasar la ‘Puerta del Perdón’ ante la mirada del resto de las autoridades eclesiásticas y civiles y de una multitud de fieles que se congregaron en la explanada del Monasterio para presenciar ‘in situ’ este acontecimiento que marca el inicio del Año Jubilar de Santo Toribio de Liébana. Este es el 74 año jubilar, ya que su celebración se conmemora a más de 500 años de antigüedad.

La apertura de la ‘Puerta del Perdón’ estuvo precedida de una procesión que se inició cuando ya pasaban unos minutos de las 12.00 horas y que estuvo presidida por el cardenal, Mons. Osoro, el Obispo de Santander, Manuel Sánchez Monge, y el presidente de la Conferencia Episcopal Española, D. Ricardo Blázquez.

También figuraron otros prelados entre los que se halló, Mons. Vicente Jiménez Zamora, anterior obispo de Santander y ahora Arzobispo de Zaragoza y el nuevo obispo de Palencia, Mons. Manuel Herrero que hasta junio pasado era vicario general del obispado cántabro.

Igualmente se encontraron los obispos de Oviedo, León y Astorga que forman, junto a Santander, la Provincia eclesiástica de Oviedo La procesión discurrió los alrededor de 50 metros que separa una salida lateral del monasterio hasta la Puerta del Perdón.

Una vez allí, se leyó la Bula del Papa Pablo VI en la que concedía, en 1967, el Jubileo de un año en Santo Toribio, ya que hasta entonces se limitaba a una semana de tiempo.
Igualmente se leyó el saludo del Papa Francisco y se proclamó una oración ante la Puerta del Perdón, para después golpear simbólicamente la puerta con un martillo, para que ésta a continuación se abriera desde el interior por el padre franciscano fray Pagola.

El cardenal Mons. Osoro proclamó a continuación: » Peregrinos, la Puerta del Perdón se nos abre, caminemos a contemplar el amor de Dios expresado en el santo leño de la Cruz de Cristo».
Antes de abr
irse la puerta golpeándola tres veces con el martillo también, se leyó la Bula del Papa Julio II que concedió en 1512 el Jubileo en Santo Toribio, si bien hay antecedentes históricos que muestran que este templo de Santo Toribio era lugar para ganar el jubileo y lucrase de la Indulgencia Plenaria.

Mensaje del Papa

Por su parte, el obispo de Santander, Manuel Sánchez Monge, proclamó un mensaje del Papa Francisco, en el que el Santo Padre se unía «al tiempo de renovación» que significa el Año Jubilar.

El Papa Francisco, en su mensaje, animó también a los creyentes a «vivir estos momentos con fe y con el compromiso de crear un mundo de amor y justicia mientras se peregrina a la casa del padre».

Una vez abierta la puerta pasaron por ella las autoridades religiosas y civiles, entre ellas el presidente del Gobierno de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, y el ministro de Fomento y exalcalde de Santander, Íñigo de la Serna, así como numerosos fieles, que llenaron el templo, cuyo altar estaba presidido por la reliquia del Lignum Crucis, el mayor pedazo de la Cruz de Cristo que se conserva en el mundo.

Además, la celebración contó con la presencia del Coro Filarmónico Vaticano que dirige, Monseñor Pablo Cotino, que nació en la localidad cántabra de Requejada.

Eucaristía posterior

Mons. Osoro, en la Homilía de la Eucaristía posterior en el interior del templo gótico, recordó que el mensaje del Año Santo debe pasar «por comprender que Jesucristo dio su vida por amor a los hombres y con ese arma es capaz de reconciliar al que más lo necesita, especialmente, en esos lugares de la tierra amenazados por conflictos y enfrentamientos». «Solo el amor que uno debe profesar a los demás permitirá mitigar este difícil momento histórico», destacó.

En su intervención exhortó a entrar por la Puerta, que es Cristo, para hacer esa «salida misionera» a un mundo que tiene necesidad de encontrar otra manera de vivir. “Porque lo viejo ha pasado y lo nuevo ha comenzado”.

“Salgamos de la comodidad y atrevámonos a llegar a todos los lugares geográficos o existenciales en los que es necesario que entre Jesucristo para regalar su Luz y su Vida. Entremos en la dinámica del Señor de tomar la iniciativa, en la dinámica del don, de salir de nosotros mismos”, precisó.

En esta línea el cardenal exhortó a crecer en la vida cristiana, en el diálogo, en el anuncio, en la caridad y generosidad, en la adoración al Señor, y pidió que “celebremos la fe con tal fuerza, que nuestras comunidades se conviertan en santuarios donde todos los hombres puedan beber para seguir caminando”.

A renglón seguido se preguntó, ¿Cómo despertar la grandeza y la valentía para seguir a Jesucristo afrontando todos los desafíos que hoy tenemos los hombres? Nunca dejemos la persona de Jesús y la Buena Noticia por Él proclamada, que sigue fascinando, indicó.

“Arriesguémonos a presentar y a anunciar a Jesucristo. Este Año Santo es una oportunidad y una gracia. Quien no se arriesga, no camina. ¡Bendito sea el Señor! Mas, nos equivocaremos, si nos quedamos quietos”, matizó.

Asimismo, el también Arzobispo de Madrid destacó que la humanidad vive una nueva etapa de la historia. No es que se esté fraguando, estamos ya en ella.

Rechazo a la sociedad materialista que excluye al débil

En su homilía dijo que eran de alabar los grandes avances realizados en los ámbitos de la salud, la educación o de la comunicación, “pero no olvidemos que hay muchos hombres y mujeres que viven en precariedad con consecuencias funestas: miedo, desesperación; la alegría de vivir se apaga; la falta de respeto y la violencia crecen”.
Hoy,” desde este lugar, abriendo la Puerta Santa que representa a Jesucristo, hemos de decir contemplando la Cruz, “¡no!” a una sociedad materialista, egoísta, que sólo busca el poder y el tener; que mata porque excluye. No puede ser que sea noticia la caída de dos puntos en la bolsa y no lo sea un anciano que muere de frío o un niño que muere de hambre”.

No “hagamos un mundo con sobrantes, todos somos necesarios e iguales en dignidad. No reduzcamos al ser humano a una sola de sus necesidades como es el consumo”, destacó.
El Año Santo Lebaniego, -agregó- es una invitación a todos los hombres a vivir en esta situación histórica, donde el Señor nos sigue diciendo: «Venid y veréis».
En esta situación que vivimos los hombres, marcada por la fragilidad, el pecado, la muerte, la división, la guerra por partes como dice el Papa Francisco; el sufrimiento de quienes carecen de lo más necesario o de familias enteras que tienen que salir de sus países porque peligran sus vidas y a veces no encuentran acogida… el Señor nos dice como en el Evangelio de hoy a Tomás: «No seas incrédulo, sino creyente».

La celebración finalizó con la adoración, por una larga cola de fieles que se prolongaba ampliamente por fuera del monasterio, de la reliquia de la Santa Cruz del Lignum Crucis.

Posteriormente, en el exterior de la explana del monasterio de Santo Toribio de Liébana, actuó el grupo cántabro de danzas Virgen de las Nieves junto con bandas de gaitas y la Compañía de Danza Alberto Pineda.

La Indulgencia Plenaria

El Jubileo no se trata de algo mágico, ni automático, así lo explica el obispo de Santander, Mons. Manuel Sánchez Monge en la Carta pastoral “Nuestra gloria, Señor, es tu Cruz”, que es el lema del Año Jubilar. “Un Año Santo exige de cada uno de nosotros una conversión; un cambio de vida. Nuestra vida ha de ser reflejo de la Salvación que nos es dada por Jesucristo, que ha muerto en la Cruz para el perdón de nuestros pecados”.

La gracia del Jubileo en Santo Toribio de Liébana se prolonga durante 365 días, y no únicamente en el día de la apertura, o clausura o en las solemnidades.

Todos los días del Año se celebrará la Eucaristía del Peregrino, a las 12:00 del mediodía en el Monasterio. Previa a la Misa del Peregrino, se realizará un rito de acogida a los fieles ante la Puerta del Perdón, para después pasar por ella.

Para obtener la Indulgencia Plenaria es necesario recibir el sacramento de la Penitencia y recibir la sagrada Eucaristía, o bien 15 días antes de acudir en peregrinación al Monasterio de Santo Toribio, o bien 15 días después. Igualmente es necesario rezar un Padrenuestro por las Intenciones del Papa y recitar el Credo, condiciones éstas que se cumplen al asistir a la Eucaristía. La Iglesia también pide que después haya una actitud de rechazo a todo pecado.

Además, para facilitar a los fieles lucrarse de la Indulgencia Plenaria, se intensificará la presencia de sacerdotes para confesar en el Monasterio lebaniego.

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