Celebramos el Día de la Caridad en la Fiesta del Corpus del Año de la misericordia. Es una buena ocasión que los cristianos recordemos que somos discípulos de Jesús, compasivo y misericordioso. La misericordia explica la vida y la actividad de Jesús. El pasó por el mundo haciendo el bien y curando a los enfermos. Y en la Eucaristía nos ha revelado la plenitud de su amor compasivo. Su carne es nuestro pan de vida y su sangre nuestra bebida de salvación. Así nos vamos configurando con El y con su vida entregada en obediencia a Dios y en servicio a los hombres, hermanos suyos. Frente a la cultura de la indiferencia queremos construir la cultura de la compasión que nos lleva a estar atentos a nuestros hermanos necesitados, acercándonos a ellos y saliendo de nosotros mismos para curar las heridas de su corazón. Viviendo la lógica del amor y de la misericordia, les acompañamos y les ayudamos con los medios a nuestro alcance. Por eso pedimos a Dios: “Danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana, inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado, ayúdanos a mostrarnos siempre disponibles ante quien se siente solo y deprimido. Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando”.

La Memoria que Cáritas diocesana presenta cada año no son unos datos fríos. Es una Memoria con rostros, reflejo de un corazón que ve, que ama y que actúa a favor de los empobrecidos. Son personas escuchadas y ayudadas, son familias duramente golpeadas por la crisis, son emigrantes que han venido hasta nosotros buscando vivir con dignidad… Las Cáritas parroquiales, con la ayuda de los Servicios Generales de Cáritas diocesana, han estimulado la oración por ellas y por todos los necesitados de apoyo y consuelo. Estos últimos son los destinatarios privilegiados de la misericordia y compasión de nuestro Dios

Agradecemos el trabajo bien hecho de los voluntarios, directivos, contratados, socios y donantes todos. En nombre de la Iglesia que peregrina en Cantabria y el valle de Mena, en nombre de la sociedad y de las personas atendidas. Seamos así esperanza para muchos.

+Manuel Sánchez Monge,
Obispo de Santander