DOMINGO 2º DE CUARESMA (12 de marzo)

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Seguimos profundizando en la carta del papa Francisco: En este camino (de cuaresma), recibimos siempre una llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios “de todo corazón”, a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor. La escucha de Jesús, el Hijo amado, nos abrirá esos caminos de amistad.

►Escuchar y acoger la Palabra
Seis días más tarde, Jesús tomó consigo a Pedro a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto. Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la lu. De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Él. Pedro entonces tomó la palabra y dijo a Jesús: ‘Señor ¡qué bien es que estemos aquí! Si quieres haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés, otra para Elías’. Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y dijo una voz desde la nube: ‘Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo’. Al oírlo los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y tocándolos, les dijo: ‘Levantaos, no temáis’. Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó: ‘No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos’. (Mateo 17, 1-9)

►Pensar la Palabra
¿Qué es lo que había ocurrido seis días antes? Jesús había hablado a sus discípulos de la exigencia del seguimiento: el que quiera venirse conmigo que cargue con su cruz y me siga… les había anunciado, por primera vez, su muerte y su resurrección. La cercanía de estas dos escenas nos pone de manifiesto la cercanía de la luz y las tinieblas. El inundado de luz es Aquel que consintió en atravesar la noche de la muerte.
Es una invitación a salir de las seguridades del valle y subir al monte de la luz. Sin más garantía que su palabra. Escuchadlo. Es la voz que llega a los oídos de Pedro, de Santiago y de Juan. De nuevo la invitación al seguimiento, a la acogida de la Palabra, que hará posible el cambio de nuestro corazón. El nacimiento del hombre nuevo.

►Orar y contemplar la Palabra
– Contemplo la escena y me dejo introducir en la experiencia de iluminación del Tabor.
– Escucho la palabra del Padre que me llega hoy a mí: Este es mi Hijo amado: Escúchalo.
– Me dispongo a despertar de mis sorderas para acoger la llamada de Jesús: el que quiera seguirme, el que esté dispuesto a fiarse de mí, el que quiera vivir una vida nueva y distinta, marcada por el amor… está invitado a subir al monte de la luz y dejar el valle.
– Yo también soy invitado a subir a ese monte, ¿cuáles son las seguridades que me impiden subir?
– Oro al Señor diciendo: Quiero escuchar tu voz y fiarme sólo de tu Palabra.

►Actuar desde la Palabra
Despertar de mis sorderas: Puedes, durante esta semana comprometerte a estar más atento a la palabra de la gente con la que estás más frecuentemente: familia, trabajo, amigos… atender a sus necesidades y a sus gustos. Cada noche pregúntate qué ha supuesto ese ejercicio para ti.
Piensa, si a través de esas palabras, alguna vez has escuchado a Jesús mismo que se hace presente en aquellos que caminan contigo.
Abre tu oído a aquellos que necesitan de ti. Y escucha la Palabra de Jesús: Cuando hacéis algo a uno de estos, me lo hacéis a mí.