♦ Texto para la oración

En aquel tiempo Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, aparecieron con gloria, y hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: ‘Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías’. No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: ‘Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle’. Cuando sonó la voz se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie lo que habían visto. (Lucas 9, 28b-36)

♦ Comentario al texto

Esta narración aparece en los tres evangelios sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas. Esto nos hace caer en la cuenta de su importancia: se trata de un texto clave para entender quién es Jesús, y cuál es su misión y destino. Antes de iniciar el camino hacia Jerusalén, Jesús sube el monte a orar con unos discípulos. Comienza por una manifestación ante los que le seguían: el aspecto de su rostro cambió… y vieron su gloria. Más tarde son introducidos en la nube y allí escuchan: Una voz que desde la nube decía: Este es mi Hijo… escuchadle. Ver y escuchar son los dos verbos que utiliza Lucas. Estos dos primeros domingos forman un conjunto: tentaciones y transfiguración, dos cuadros complementarios: la condición humana de Jesús y su condición divina. Más allá de las apariencias, vemos el rostro iluminado de Jesús, Hijo de Dios… Escuchadle. Los momentos de claridad, además de fortalecernos en el presente, prolongan su luz hacia el futuro disipando miedos y dándonos confianza.

♦ Oración con el texto
Después de leer el comentario al texto que nos habrá ayudado a su mejor comprensión. Hago un momento de silencio… intento situarme en la escena, la represento en mi interior. Pido al Señor me deje participar de la experiencia de sus discípulos: ver y escuchar.
-Vuelve de nuevo a la lectura del texto. Es un momento fundamentalmente contemplativo donde es importante el silencio, el sentir, mirar, escuchar…

*Siente la experiencia de que Jesús te toma para subir tú también a la montaña a orar.
*Mira su rostro lleno de luz, su rostro expresión de su gloria
*Abre tu oído a la voz que llega de la nube, es la voz de Dios Padre: Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle.
*Escuchar a Jesús

Puedo dejar que brote de mis labios la oración del salmista (Sl 26)
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida
¿quién me hará temblar?
Oigo en mi corazón: ‘Buscad mi rostro’.
Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

En el año de la Misericordia

Este es el significado de la Cuaresma: volver a situarnos decididamente en la senda de Jesús, la senda que conduce a la vida. Mirar a Jesús, lo que hizo Jesús, e ir con Él.

(Papa Francisco. Angelus, 22 de febrero. 2015)