FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA (Domingo 31 de diciembre)

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En este texto Teresa de Jesús nos invita a entrar por la puerta que es Jesús hecho hombre. Él es la puerta y el camino: Y veo yo claro que para contentar a Dios y que nos haga mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad Sacratísima, en quien dijo su Majestad se deleita. Muy muchas veces le he visto por experiencia; hámelo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar, si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos. Así que vuestra merced, señor, no quiera otro camino, aunque esté en la cumbre de contemplación. Por aquí va seguro. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes, Él lo enseñará. (Vida 26)

► Escuchar y acoger la Palabra
Cuando llegó el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor… Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu Santo, fue al templo. Cuando entraban con el Niño Jesús sus padres, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: ‘Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz; porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo, Israel’. José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo diciendo a María, su madre: ‘Mira, Este está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti una espada te traspasará el alma’.
Había también una profetisa, Ana… Era una mujer muy anciana: de jovencita había vivido siete años casada, y llevaba ochenta y cuatro de viuda; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba. (Lucas 2, 22-40)

► Iluminar la Palabra
El relato de Lucas narra un acontecimiento usual entre las familias judías: en cumplimiento de la ley de Moisés, presentar al recién nacido al Señor, en el templo. En el relato nos encontramos con la figura de Simeón. Modelo de la esperanza del pueblo, movido por el Espíritu. Con sus palabras: ahora puedes dejar a tu siervo irse en paz; porque mis ojos han visto a tu Salvador, canta al Dios que se ha manifestado Salvador y poderoso en el acontecimiento de Jesús en quien se cumplieron todas las promesas. Y la figura de María, modelo ejemplar del pueblo de Dios en su acogida y cumplimiento de la Palabra que ilumina y da plenitud de sentido a nuestra historia. En resumen, este relato recoge varias escenas: la decisión de María y de José de llevar al Niño al templo «según la ley de Señor»; Simeón, símbolo del pueblo de la esperanza, movido por el Espíritu; su cántico; sus palabras sobre el futuro de Jesús y sobre el camino de María.

►Orar y contemplar la Palabra
Contemplo este misterio de la familia de Nazaret, las distintas escenas y personajes, movidos por la fuerza de la Palabra. Y la contemplación de la Humanidad salvadora de este Niño que mueve a oración a estos dos ancianos: Simeón y Ana.
Leo de nuevo el texto, despacio, saboreando fundamentalmente las palabras de Simeón, las palabras de Ana:
Mis ojos, en esta Navidad, han visto al Salvador…
Doy gracias a Dios y comparto la buena noticia de la liberación con los hermanos.

►Actuar desde la Palabra
Durante este tiempo de Navidad felicito a cuantas personas encuentro por el camino y comparto con ellas el sentido de la Navidad: He visto al Salvador.
Pienso cuáles son los signos de salvación que reconozco en este presente y lo comunico. ¡FELIZ NAVIDAD!