♦ Texto para la oración

“En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: ‘Ése acoge a los pecadores y come con ellos’. Jesús les dijo esta parábola: ‘Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: ¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido. Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: ¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido. Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta”. (Lucas 15, 1-32)

♦ Comentario al texto

El capítulo 15 del evangelista Lucas está atravesado por una serie de parábolas en las que Jesús quiere hacer evidente la Misericordia del Padre. Tanto estas dos, como la del hijo pródigo ya comentada en otro momento, son una fuerte llamada a la alegría, al gozo cristiano de la salvación. Es una alegría generada por el encuentro, y, muy importante, se trata de una alegría compartida. Jesús nos quiere hacer entender el amor y la misericordia del Padre. Jesús cuenta estas parábolas en un contexto concreto, cuando los escribas y los fariseos murmuraban diciendo: Ese acoge a los pecadores y come con ellos. Podemos recordar aquí las palabras del papa Francisco tantas veces repetidas: Dios es misericordioso: perdona siempre, siempre espera. Así se manifiesta la misericordia del Padre, en el perdón. Por eso “en el cielo, hay más alegría por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no sienten necesidad de conversión”.

♦ Oración con el texto

*Comienzo la oración de esta semana poniéndome a los pies de Jesús para escuchar su Palabra. Suplico al Espíritu oír estas parábolas, narradas por Jesús, como si las oyese por primera vez. Que El Espíritu me conceda descubrir la novedad que trae Jesús al pronunciar estas parábolas. Me pongo como discípulo a los pies de su maestro.
*Presento al Señor mis deseos de conversión de sentir el gozo y la alegría del perdón, de la misericordia, del amor de Dios. ¡Señor, tú eres un Dios de misericordia y amor! ¡Eres un Dios de perdón!
-Me pregunto dónde me sitúo yo: ¿Soy como los fariseos que me escandalizo porque Jesús acoge a los pecadores y come con ellos…? ¿me escandalizo cuando un hermano mío, cristiano, se acerca a los que están necesitados de perdón?; ¿juzgo a quienes se preocupan por aquellos a los que yo llamo pecadores, que no piensan como yo?
– Jesús dice: ¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido.

*Termino orando:
Dios nuestro, Padre-Madre de todos:
Tú acoges a los pecadores y comes con ellos y, sin condiciones, amas y perdonas;
de antemano abrazas sin pedir nada a cambio.
Tú, Jesús, no rechazas a nadie;
no has venido para condenar al mundo sino para salvarlo.
Alégranos, hoy, Jesús, con tu perdón desmesurado, infinito.
Ayúdanos a crecer en perdón y generosidad;
abre las puertas y los brazos de la Iglesia
para que sea generosa en perdonar.
AMEN

En el Año de la Misericordia
Hoy se necesitan personas que sean testigos da la misericordia y de la ternura del Señor, que sacude a los resignados, reanima a los desanimados. El enciende el fuego de la esperanza. (
Papa Francisco. Ángelus. 7 de diciembre de 2014)