Texto para la oración

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: ‘¿Quién dice la gente que soy yo?’.
Ellos contestaron: ‘Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas’.
Él les preguntó: ‘Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?’.
Pedro tomó la palabra dijo: ‘El Mesías de Dios’. Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: ‘El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día’.
Y, dirigiéndose a todos, dijo: ‘El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará’. (Lc 9, 18-24)

Comentario al texto

El evangelista nos presenta a Jesús en oración, cuando sorprende a sus discípulos con la pregunta: ¿Quién dice la gente que soy yo?… ¿Y vosotros? Una pregunta que solo Jesús responde: las señas de identidad de este Mesías, son opuestas a las del esperado por el pueblo de Israel: un Mesías triunfante, que implantaría un reino terreno. Pero su reino no es de este mundo, su mesianismo es el del Siervo de Yahvé, desechado. Un Mesías encarnado en la condición humana, que invita, a quienes quieren seguirlo, a tomar en peso la vida cotidiana, con su experiencia de cruz… pero el que pierda la vida por mi causa, la salvará. Esto implica -y esta es la lección a sus discípulos- la decisión de ir conformando los propios criterios con los de su Evangelio y, por lo tanto, con la idea de lo que es “ganar la vida o perderla”. El que esté dispuesto a ello, dice Jesús, que venga conmigo. Esto es, estar pronto a escuchar y mirar atentamente al Maestro.

Oración con el texto

De nuevo estamos ante Jesús, el Maestro, que nos trae una enseñanza para nuestra vida. Durante esta semana puedo ir descubriendo cuál es mi respuesta a esta pregunta: Y tú, ¿quién dices que soy yo?

-Comienzo la semana leyendo el texto del evangelio y su comentario para poner mi entendimiento al servicio de mi voluntad y deseo de seguir a Jesús.

-A lo largo de los días me puedo ir parando en cada una de las respuestas, desde el hoy: Hoy ¿qué dice la gente de Jesús? ¿Uno de los antiguos profetas? ¿Alguien que no nos afecta para nuestra vida?

– ¿Quizá algunos creyentes buscan en Él a Alguien que les ofrece privilegios espirituales o incluso sociales?

– Toco mi verdad más profunda y dejó que Jesús me pregunte: ¿Quién soy yo para ti? ¿Qué peso tengo en tu vida?

*Lo que está en juego en esta pregunta es la identidad misma de Jesús y la mía propia. Si continuásemos leyendo el texto descubriríamos lo que Dios-Padre dice de él: “Éste es mi Hijo amado”. Yo también, en Jesús, soy el Hijo amado del Padre.

-Aceptar o rechazar a Jesús es la encrucijada de la fe. ¿Cuál es mi respuesta? ¿Acepto a Jesús, ¿su Palabra, con todas las consecuencias, o prefiero quedarme en ilusiones del pasado, de un Mesías imaginado por mí?

-Se trata de liberarnos de todo aquello que nos ata a lo caduco y nos impide alcanzar la plenitud de nuestro ser. Se trata de alcanzar una libertad capaz de poder elegir lo mejor y ofrecernos en favor de nuestros hermanos. Entender evangélicamente qué es: “ganar la vida o perderla”.

En el año de la Misericordia

¿Qué debemos hacer?… Salir de nosotros mismos. Salir de nuestras comunidades para ir allí donde los hombres y las mujeres viven, trabajan y sufren, y anunciarles la misericordia del Padre, que se ha dado a conocer a los hombres en Jesucristo de Nazaret. (Papa Francisco 17 junio 2013)