♦ Texto para la oración
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: ‘Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido’. Ellos le preguntaron: ‘Maestro, ¿cuándo va a ser eso?’, y ¿cuál va a ser la señal de que todo eso está para suceder?’. Él contestó: ‘Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: ‘Yo soy’, o bien ‘el momento está cerca’; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá enseguida’. Luego les dijo: ‘Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemia y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a la sinagoga y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernantes por causa mía. Así tendréis ocasión da dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas’ (Lucas 21, 5-19)

♦ Comentario al texto
Este fragmento del evangelio de Lucas, en su primera parte, hace referencia a dos acontecimientos: la destrucción del templo y de la ciudad de Jerusalén, anunciados por Jesús que, cuando Lucas lo describe en su evangelio, ya ha acontecido. Y señala que este fue el motivo principal de su condena a muerte. ¿Qué es lo que quiere decir Jesús? Que el lugar del encuentro con Dios ya no va a ser un edificio de piedra, sino la humanidad glorificada del Resucitado. Cuando escuchan este anuncio la gente le pregunta ¿Cuándo va a ocurrir esto? Pero Jesús les quiere hacer entender que lo más importante no es el cuándo, sino el adoptar una actitud adecuada, es la ocasión de dar testimonio y de vivir en una espera activa, es decir el valor de la perseverancia.

♦ Oración con el texto
Comienzo la oración: Hago un espacio de silencio para acoger la Palabra que se ha proclamado el domingo y yo vuelvo leer en este momento de oración. Pido la luz del Espíritu para entender este lenguaje de Jesús.
¿Qué quiere comunicarme Jesús hoy en esta Palabra?
-Me invita Jesús a enfrentarme con lucidez y responsabilidad a una historia que será larga y difícil. Es el tiempo de dar testimonio con la propia vida, ante quienes viven inconscientes y al margen de los acontecimientos, que hoy, como ha anunciado Jesús entonces, son difíciles para muchos.
-Me invita también a vivir en la certeza de que la fuerza viene del Espíritu que pondrá en cada uno de nosotros palabras adecuadas, palabras y sabiduría.
-Me invita también a la resistencia, a la perseverancia. Siendo consciente de la situación y no siguiendo a falsos profetas: cuidado que nadie os engañe… no vayáis tras ellos.
Termino la oración diciendo:
Señor Jesús: Tu evangelio nos invita hoy
a la perseverancia en la construcción del reino.
El reino de la vida, de la verdad, de la justicia, de la libertad,
de la paz, del amor… siempre llama y hay que realizarlo.
Concédeme la certeza de que tú no nos abandonas
y el regalo de la perseverancia en tu seguimiento. AMEN

En el Año de la Misericordia
En este contexto jubilar (en la clausura de este año), cuánto bien nos hace repasar cómo el Señor, a lo largo de nuestra vida, se acercó y nos trató con misericordia. Y volver a maravillarnos de la misericordia de Dios. (Y decirnos una y otra vez): Fui tratado con misericordia… En base a este sentir, Dios nos hace misioneros… y nos sigue enviando para que tratemos a nuestros hermanos de la misma forma con la que Él nos trata… La misericordia es una forma concreta de tocar la fragilidad, de vincularnos con los otros, de acercarnos entre nosotros.
(Papa Francisco. Clausura del Año Jubilar en Bogotá. Agosto 2016)