♦ Texto para la oración:
-En aquellos días, el Señor habló a Acaz: ‘Pide una señal al Señor, tu Dios… El Señor, por su cuenta, os dará una señal: mirad, la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros. (Is 7, 10-14)
-Este Evangelio, prometido ya por sus profetas…se refiere a su Hijo, nacido según la carne, de la estirpe de David; constituido según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor. (Rom 1, 1-7)
-El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. Su esposo José, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas tomó esta resolución, se le apareció en sueños el ángel del Señor, que le dijo:
José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte contigo a María tu mujer, porque la criatura que lleva en su seno viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta: ‘Mirad la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel que significa Dios-con-nosotros. (Mt 1, 18-24)

♦ Comentario para la oración:

Estamos ya muy cerca de la Navidad y este día la liturgia nos pone a nuestra consideración el misterio de la concepción del Mesías. Es la escena más bella, inmediatamente antes del nacimiento de Jesús. El encuentro de dos fidelidades: María, que habiendo escuchado el mensaje de parte de Dios ha dado su consentimiento para ser madre del Emmanuel y José que, superando todo temor, responde al proyecto de Dios. Jesús, el Mesías, va a entrar en la historia por la puerta de este doble consentimiento, cumpliéndose así lo que había dicho el Señor por el profeta: Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel.
Ya se anuncia el gozo de la Navidad, en la alegría de una mujer que espera un hijo; un gozo que irá creciendo hasta alcanzar en la noche de Belén su máxima intensidad: ¡Gloria a Dios en al cielo y paz en la tierra!

♦ Momento de oración:
– En estos días se concentra la esperanza y el gozo de una venida esperada y ya vivida. Celebramos un acontecimiento histórico, un acontecimiento de salvación. Enciendo ya la cuarta vela del Adviento.
– En silencio me acerco a la escena que nos presenta el evangelista: así nació Jesús… Es el comienzo de la nueva era anunciada por Isaías, es el triunfo de la fidelidad y del amor.
– Cada uno de nosotros estamos también llamados a entrar en este plan de Dios, llevar la salvación a todos los hombres y mujeres.
– Contemplo a María y a José y le pido al Señor envíe su Palabra a mi corazón para que yo descubra su voluntad sobre mí. Que triunfen también en mi vida la fidelidad y el amor por encima de las dudas y temores.
– Quizá sentimos que Dios, que Jesús de Nazaret, el Mesías, rompe muchas veces nuestros esquemas, nuestras rutinas, nuestros modos de pensar y de hacer. María y José también vivieron esa experiencia. También María pregunta ¿cómo va a ser esto?, pero la fidelidad y el amor son más fuertes.

– Termino la oración recitando el salmo 23
Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
El orbe, y todos sus habitantes;
Él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto santo?
El hombre de manos inocentes y puro corazón.
Ese recibirá la bendición del Señor,
Le hará justicia el Dios de salvación.
¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas
va a entrar el rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la Gloria?
El Señor… él es el Rey de la gloria.