♦ Texto para la oración:
-El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrará el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios. Sed fuertes, no temáis, vuestro Dios viene en persona, resarcirá y os salvará. Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará…traerá gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán. (Is 35, 1-10)
-Tened paciencia hermanos hasta la venida del Señor. El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca. (Sant 5, 7-10)
-En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: ‘¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Jesús les respondió: Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio… (Mt 11, 2-11)
♦ Comentario para la oración:
De nuevo este domingo el profeta Isaías nos sorprende con una profecía llena de simbología y belleza. Toda la creación estalla de júbilo ante la venida y la manifestación del Señor. Y en el centro de la creación el ser humano que recibe a este Dios, que viene en persona, hecho carne de nuestra carne, ese Dios que se hace cercano y amigo para dar luz a nuestros ojos, despertar nuestros oídos y llenarnos de gozo y alegría, traerá gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán.
Y Mateo pone en boca de Jesús esta profecía hecha realidad: Id a anunciad a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandaliza de mí! Jesús toma los criterios anunciados por los profetas para la identificación del Mesías. Eso que vosotros ahora estáis viendo y oyendo.
♦ Momento de oración:
-Una nueva semana marca nuestra espera. Busco un lugar para orar tranquilamente teniendo entre manos la Palabra de este domingo. Enciendo la tercera vela de Adviento
– En silencio y en presencia de este Dios que se hace cercano y amigo leo una y otra vez los textos que la liturgia nos regala, y me uno al gozo y alegría de toda la creación: el Señor está cerca, yo veré su manifestación.
– Hoy la Iglesia y yo, como parte de ella, estoy llamado a continuar la tarea comenzada por Jesús: llevar la luz a los ciegos, abrir los oídos de los sordos y anunciar el evangelio a los pobres.
– Anunciad lo que estáis viendo y oyendo: La gloria de nuestro Dios, la belleza de nuestro Dios… Dios viene en persona… pena y aflicción se alejarán.
– ¿Cómo me preparó yo en este tiempo de espera para tomar parte, como discípulo, en la misión de Jesús, el Mesías? Como Jesús, estando cercano a las necesidades de la gente que conviven conmigo. Siendo sensible al dolor, a la soledad, a la falta de sentido. Mi presencia y mi palabra pueden así devolver la luz a los ojos ciegos y devolver el sentido de la vida a los que han perdido la esperanza.
– Jesús promete la felicidad a los que no se escandalizan de él. Pues llega despojado de todo triunfalismo y poder.
-Termino la oración recitando el salmo 5:
Ven Señor a salvarnos
Yo, por tu gran bondad, entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo, con toda reverencia.
Señor, guíame con tu justicia,
porque tengo enemigos, alláname tu camino.
Porque tú, Señor, bendices al justo,
y como un escudo lo cubre tu favor.