De nuevo volvemos a contactar con vosotros para dar cuenta de la gran labor de unas mujeres y de unos voluntarios insuperables que resucitan cada día el mensaje del Creador: las Hijas de la Caridad y los cooperantes de la Cocina Económica de Santander y su gran tarea.

Un libro, Vidas que cuentan se hace eco del sacrificio y de su labor. Dieciocho escritores y trece artistas gráficos le han puesto voz e imágenes a las diecinueve historias que aparecen reflejadas en el volumen, los ingresos de cuya venta irán destinados a la Cocina Económica.

Son las vivencias de unas personas que siguen aferrándose a la vida con fuerza porque mantienen la esperanza de poder levantarse y salir a flote.

Precisamente es en la Cocina Económica de Santander donde coinciden unas horas al día para alimentar el cuerpo y, en ocasiones, confortar su espíritu con el calor de la conversación y el afecto, que no son sustentos menos importantes.

Allí se encuentran este grupo de gentes comprometidas para ganar la confianza, y en más de una ocasión la amistad, de unas personas que tienen sobrados motivos para la desconfianza. Una vez vencidas las reticencias, todos han aceptado el reto de echar la vista atrás y escarbar en las heridas de sus vidas.

“Te cuento para que me tengas en cuenta” parecen decirnos. Porque todos, en su fondo más íntimo, tienen la sensación, casi la certeza, de que pretendemos apartarlos hasta convertirlos en nada. Y que ahora sólo son sombras incómodas. Sombras que azuzan nuestra conciencia ciudadana. Sombras que apagan el falso brillo de nuestra sociedad de consumo.

Por estas PERSONAS. Por todo esto y mucho y más, la Librería de nuestra diócesis, la Librería de Pastoral, recuerda su compromiso de COLABORACIÓN y SERVICIO, haciéndose presente en esta recomendación de acercarse a estas Vidas que cuentan: exactamente eso, palabras que conforman historias humanas contadas por sus propios protagonistas, que las han escuchado y escrito para compartirlas.

La Cocina Económica de Santander es un lugar de encuentro común con estos seres humanos, donde reciben atención, se les escucha y ayuda a mirar el futuro con esperanza. Son muchas las labores que se realizan, pero la más importante, es devolver la dignidad a aquellos que la han perdido.

Ésta es nuestra gente, son nuestras Hermanas de la Caridad. Son nuestros desinteresados voluntarios que comparten valores de coherencia, transparencia, solidaridad, entrega, compromiso y eficacia.

Esos cristianos que creen que un mundo mejor es posible desde Nuestra Iglesia. Esas mujeres, esos creyentes, esos practicantes de la Palabra de Jesús que observan los golpes que da la vida pero que no desisten, no tiran la toalla y trabajan para construir una vida mejor para los que les rodean.

Esas hermanas, esos voluntarios que ofrecen comidas que saben a cariño… que entienden que en nuestra ciudad quizás nadie muera de hambre… pero que el hambre no es sólo una necesidad física… porque la dignidad de cada uno de los nuestros está por encima de todos.

Y es que debemos comulgar con esas mujeres y esos hermanos que han entendido que, si queremos encontrar a Dios, le debemos buscar entre los necesitados, entre los que no tienen nada, ni tan siquiera la esperanza -y se la tenemos que devolver-. Nos debemos unir a esos fieles que se dan cuenta que lo primero a lo que hay que responder es a la propia vida.

Debemos prestar atención a estas maravillosas Hijas de la Caridad, a estas hermanas activas e incansables, cuya felicidad consiste en darse a los demás. Esta misma dicha es su inicio y su fin. Esa entrega es su gran don y ese regalo, lo ofrecen día a día. Atendamos a las necesidades de unos cristianos que se brindan, viven y encuentran una razón para asistir a los que le rodean. Esa es la inigualable gracia que recibieron del Señor. La misión de conseguir una sociedad más justa.

Servir a los demás es huir de nuestro propio egoísmo, el que nos encierra en nuestro propio yo. Ofrecerse a los demás, al prójimo, es dejar de dar vueltas a nosotros mismos. Mirar a los demás es no bloquearse a los problemas de nuestros hermanos, los que vemos a diario. Es ampliar la mirada al mundo y a nuestro pequeño mundo al que pertenecemos y al que debemos contribuir con nuestros actos, nuestras obras. Es no ponerse una venda en los ojos y descubrir a los que están más cerca. Atravesar nuestra barrera de prejuicios y llegar hasta el mismo Jesús que nos dio el mejor ejemplo. Murió pobre por todos nosotros.

La labor de estos hermanos es la misma tarea que nos propuso nuestro Señor, que está próximo a nacer de nuevo entre nosotros. El Salvador nos sigue invitando día a día.

Adviento, Navidad… Éste es el momento justo para plantearnos qué hemos recibido y qué damos… Éste es el tiempo adecuado para interrogarnos cuán humildes y cuán generosos somos.

Hay muchas personas que colaboran y ayudan, desde los que enseñan a cocinar, pintar… hasta los que acompañan y escuchan.

No dudéis en apoyar esta causa tan loable. Sin duda lo merecen. Dejémonos llevar por esas vidas que tanto cuentan.

¡Confiamos y sabemos que muchos de vosotros queréis y podéis ayudar!

Vidas que cuentan. Historias en la Cocina Económica de Santander / (Ediciones Valnera) / P.V.P. 15€

* Fuentes: www.cocinaeconomicasantander.org / www.manipuladossolidarios.org

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