♦ Texto para la oración
¡Levántate, brilla Jerusalén, que llega tu luz!… sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre él y caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora… Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor. (Isaías 60, 1-6)
Unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ‘¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo…’ De pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y, cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. (Mateo 2, 1-12)

♦ Comentario al texto
Los dos textos que nos propone la liturgia de esta fiesta (Isaías y Mateo) nos están hablando, a los hombres y mujeres de todos los tiempos, para decirnos que Jesús es el Salvador de todos los hombres: ¡Llega tu luz! Es la promesa hecha a Jerusalén, según expresa el profeta Isaías. Hemos visto su estrella, dicen los Magos. Jesús, ese niño que acaba de nacer, se nos manifiesta en este día como LUZ de todos los pueblos. Nace en un pueblecito de Jerusalén, pero su salvación se extiende a todas las naciones. Dios habla a todos los hombres por medio de los acontecimientos, y los encuentra allí mismo donde ellos buscan. Llama a los Magos por medio de una estrella. ¿Cómo nos habla hoy a nosotros?
♦ Momento de oración
La actitud orante que nos sugieren los textos de este día es la adoración y la alabanza. También la entrega generosa, como se manifiesta en los dos textos: trayendo incienso y mirra, dice Isaías: abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra, describe Mateo.

– Puedo hacer la oración ante la representación del Belén de la parroquia o de mi casa, y contemplar y revivir en mi interior esta escena de los magos de Oriente.
– Doy gracias y alabo a Dios Padre por la entrega de su Hijo, Luz de las naciones, luz de nuestra vida personal. Puedo escuchar, en mi interior, las palabras de Isaías: ¡Llega tu luz!, como si fuesen dichas para mí.
– ¿Qué me dice esta palabra hoy a mí?
– Los Magos se pusieron en camino para encontrar al Salvador. ¿Cómo me pongo yo en camino?

– Vieron al niño con María, su madre, y, cayendo de rodillas lo adoraron. La adoración es un sentimiento de reconocimiento: Realmente tú eres el Hijo de Dios, Tú eres nuestro Salvador y nuestro Rey y Señor.

– Pido al Espíritu que despierte en mí estos sentimientos, quedo en silencio, en adoración…
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
El único que hace maravillas;
Bendito por siempre su nombre glorioso,
Que su gloria llene la tierra.
Amen. Alleluia.