Santa Teresa nos invita a la contemplación de María. Su actitud de acogida de la voluntad de Dios, como quien tenía gran fe y sabiduría:

¡Oh secretos de Dios! Aquí no hay más que rendir nuestros entendimientos y pensar que, para entender las grandezas de Dios, no valen nada. Aquí viene el acordarnos como lo hizo con la Virgen nuestra Señora con toda la sabiduría que tuvo, y cómo preguntó al ángel: ‘¿Cómo será esto?’ En diciéndole: ‘El Espíritu Santo sobrevendrá en  ti; la virtud del muy Alto te hará sombra’ no curó de más disputas. Como quien tenía gran fe y sabiduría, entendió luego que, interviniendo estas dos cosas, no había más que saber y dudar. (Meditación de los Cantares 6, 7)

 

 Escuchar y acoger la Palabra

En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel entrando en su presencia, dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo’. Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: ‘No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin’. Y María dijo al ángel: ‘¿Cómo será eso, pues no conozco varón?’ El ángel le contestó: ‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible’. María le contestó: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’. Y el ángel se retiró. (Lc 1, 26-38)

 

 Iluminar la Palabra

En el evangelio de este domingo, que anuncia ya la Navidad, la liturgia nos acerca la figura de María. Ella es clave en este tiempo de adviento. En ella culmina la esperanza de Israel. María es la más fiel acogedora de la Palabra hecha carne. Lo recibe en su seno y en su corazón. María nos prepara para este gran encuentro. Ella ha entendido en su mente y en su corazón: que para Dios nada hay imposible. Y sin dudar se presenta ante su Señor con esta respuesta: Hágase en mí según tu palabra.

 

Orar y contemplar la Palabra

Después de leer el comentario al evangelio, hago silencio… dejo que la escena que narra Lucas vaya impregnando mi retina… Es una invitación a hacer una lectura acogedora, contemplativa… El camino del Adviento está por concluir, María es el gozne.  María, con su respuesta hace posible, da paso el proyecto de salvación de Dios. Es el anuncio de la llegada del Mesías, el Señor entra en la historia, el gozo de la salvación ha llegado ya. Escucho las palabras del ángel: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigoNo temas, has encontrado gracia ante Dios…Vuelvo sobre las palabras de María y dejo que mis labios y mi corazón repitan una y otra vez: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

 

Contemplo la escena en silencio… en espera de la Navidad.

 

Actuar desde la Palabra

Es tiempo de contemplación del misterio del amor. Me dispongo, esta semana, a sentir y gustar las palabras de María, su mirada a Jesús y a José. Contemplo a ese niño frágil que viene para ser salvación de todos los hombres y mujeres. Contemplo a José, su silencio; su actitud de fe en el proyecto de Dios.

¡FELIZ NAVIDAD!