“María no nos deja solos; la Madre de Cristo y de la Iglesia está siempre con nosotros. Siempre camina con nosotros, está con nosotros (…) María nos acompaña, lucha con nosotros, sostiene a los cristianos en el combate contra las fuerzas del mal. La oración con María, en especial el Rosario – pero escúchenme con atención: el Rosario. ¿Ustedes rezan el Rosario todos los días? (…) Pues bien, la oración con María, en particular el Rosario, tiene también esta dimensión ´agonística´, es decir, de lucha; una oración que sostiene en la batalla contra el maligno y sus cómplices. También el Rosario nos sostiene en la batalla”.
(FRANCISCO, Vaticano, 15 de agosto de 2013).