DOMINGO 16º DEL TIEMPO ORDINARIO (22 de Julio)

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La palabra de Teresa de Jesús nos hace caer en la cuenta de que sólo el amor nos puede “sacar de razón” y nos hace discípulos: Acá solas estas dos cosas nos pide el Señor: amor de su Majestad y del prójimo, es en lo que hemos de trabajar; guardándolas con perfección hacemos su voluntad, y así estaremos unidos con él… Plega a su Majestad nos dé gracia para que merezcamos llegar a este estado, que en nuestra mano está, si queremos. (Quintas Moradas 3, 7)

 

Escuchar y acoger la Palabra

En aquel tiempo los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: ‘Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco’. Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles con calma. (Mc 6 30-34)

 

Iluminar la Palabra

El evangelista, con esta narración nos hace participar en esta vida itinerante de Jesús y sus discípulos, marcada por el hacer y el enseñar, al mismo tiempo que deja constancia de esa vuelta a Jesús. Ha llegado la hora de un primer balance de su tarea. Jesús les invita a tomar distancia y acceder a un descanso bien merecido, un descanso a solas con él, a un sitio tranquilo. Pero la multitud que les sigue les impide ese reposo: fueron corriendo gentes de todas las aldeas. Marcos insiste al final en la solicitud y el interés de Jesús por el pueblo y nos transmite sus sentimientos: al verlos: le dio lástima de ellos. Se le conmovieron las entrañas, traducen otros, porque andaban como ovejas sin pastor. Es gente sin orientación, sin referencia, que busca y Dios mismo se ocupará de su pueblo y lo pastoreará, como leemos en la primera lectura del profeta Jeremías. Dios promete un guía al que llamarán, justicia nuestra. Así nombra el profeta al Mesías que ha de venir. Jesús aparece, así como ese pastor esperado, que viene a cuidar a su pueblo.  Así responde Jesús acercándose, como Buen Pastor, a todo aquel que le necesita. Y comienza enseñando: se puso a enseñarles con calma. Esto es lo que también vieron y aprendieron sus discípulos.

 

Orar y contemplar la Palabra

Puedo comenzar la oración -después de haber leído el texto evangélico y su comentario- pidiendo al Señor la gracia de descubrir y entrar en los sentimientos de Jesús para con sus apóstoles y también los sentimientos de Jesús ante la gente que le busca.

Leo de nuevo el texto, sintiendo que Jesús me invita, como a aquellos primeros, al retorno de mi tarea, al retorno de la misión por él encomendada. Jesús me dice: ven conmigo a descansar un poco, a un lugar desierto. Es la invitación de un encuentro a solas, de un descanso merecido. Pero, cuántas veces se interpone, a este descanso, la necesidad del hermano. Marcos nos ayuda a ahondar en la humanidad de Jesús, y nos muestra su corazón compasivo, su sensibilidad que se deja tocar, afectar por la necesidad de quienes le buscan. Ante esa multitud que andaba como ovejas sin pastor, el descanso personal, queda en segundo lugar.

* ¿Cómo me habla a mí hoy este gesto de Jesús?

* Puedes acoger, en oración, esta palabra como dicha para ti:

“Cualquiera que sea tu condición de vida…

De una vez, y para siempre, adopta la familia humana.

Procura no sentirte extraño en ninguna parte del mundo.

Sé un hombre, una mujer, en medio de los otros hombres.

Que ningún problema, de cualquier pueblo, te sea indiferente.

Vibra con los gozos y las esperanzas de cada grupo humano.

Haz tuyos el sufrimiento y las humillaciones de tus hermanos.

Vive a escala mundial o, mejor, universal” (Helder Cámara)