DOMINGO 26º DEL TIEMPO ORDINARIO (30 de septiembre)

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  • Leer y acoger la Palabra

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: ‘Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros’. Jesús respondió: ‘No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno, Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga’.

 

  • Meditar la Palabra

Porque no es de los nuestros. Este es el temor con el que Juan se dirige a Jesús y por eso le hemos querido impedir. Esa es la única razón, no es de los nuestros. Jesús les contesta con rotundidad: no se lo impidáis. Hacer el bien, sanar, aunque no se haga desde el grupo de Jesús, siempre será bueno. Jesús es profeta de una salvación abierta a todos. Cuantas veces usamos este lenguaje: ese no es de los nuestros, creando división y ruptura. ¿No seremos capaces de hacer camino juntos con todos los que hacen el bien, con todos los que humanizan, sanan y cuidan aunque no pertenezcan al grupo?

      > Orar y contemplar la Palabra

Comienzo la oración pidiendo al Señor la gracia de entender esta Palabra de Jesús. Comienzo una nueva semana. Pongo ante el Señor el deseo de vivir a la escucha de su Palabra. Esa Palabra que me hace sentir más vivo. Pido a Jesús que avive en mí el deseo de escucharle.  

Leo de nuevo el texto y veo cómo Jesús me invita a mí a ver el bien y saberlo reconocer, venga de quien viniere. Y en su lugar juzga a quienes escandalizan y quizá desde las filas de la iglesia o queriendo aparecer como seguidores de Jesús.

Termino la oración acogiendo la palabra de Jesús y le pido que no me importe perder algo de mí para servir al Reino de Dios; una vez más, perder es ganar en el lenguaje de Jesús.

 

  • Actuar desde la Palabra

Señor que sepa, cada día, colaborar con todas aquellas personas que quieren una vida más humana; que se empeñan por la justicia, que se preocupan por las personas que más lo necesitan, por quienes tienen necesidad de apoyo, de compañía, de amistad.