DOMINGO 27º DEL TIEMPO ORDINARIO (7 de octubre)

95

Estamos cerrando el año jubilar teresiano ya en este mes de octubre. Podemos en estos últimos domingos traer a la memoria y al corazón las palabras de la Santa que siempre encienden y dan calor a nuestro espíritu. Hoy nos ilumina sobre cómo Dios muestra su misericordia en ese desbordante amor al hombre, desde su creación: varón y hembra los creó.

¡Oh Esperanza mía y Padre mío y mi Criador y mi verdadero Señor y Hermano! Cuando considero en cómo decís que son vuestros deleites con los hijos de los hombres, mucho se me alegra el alma. ¡Oh Señor del cielo y de la tierra, y qué palabras estas para no desconfiar…! ¡Oh que grandísima misericordia y qué gran favor tan sin poderlo merecer!… “Engrandece y loa mi alma al Señor” (Exclamaciones)

Leer y acoger la Palabra

Se acercaron unos fariseos y le preguntaron para ponerle a prueba: ‘¿Le es lícito al marido repudiar a la mujer?’. Él les replicó: ‘¿Qué os prescribió Moisés?’. Ellos le respondieron: ‘Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla’. Jesús les dijo: ‘teniendo en cuenta la dureza de vuestra cabeza escribió para vosotros este precepto. Pero desde el principio de la creación, Dios les hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre’. Y ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. Él les dijo: ‘Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquella; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio. (Mc 10, 2-12)

Meditar la Palabra

Jesús continúa enseñando a los discípulos lo referente a la vida y modo de actuar de la comunidad. El motivo, una vez más, es la confrontación con los fariseos que le preguntaron para ponerle a prueba. La enseñanza de Jesús no entra en la casuística legal, va más allá, les lleva al origen: desde el principio de la creación, Dios les hizo varón y hembra. Más allá de las leyes conocidas por los fariseos está el proyecto de Dios que subraya la igual dignidad entre el hombre y la mujer, y nos descubre cómo vivir según su voluntad: dos personas llamadas a fundirse en una sola. En el diálogo posterior con los discípulos llama la atención que Jesús pone en paralelo el adulterio tanto del hombre como el de la mujer, esta es la novedad frente a lo que habían leído en el Antiguo Testamento y cómo Jesús dice que: teniendo en cuenta la dureza de vuestra cabeza… Pero Jesús proclama la igualdad de decisión y de responsabilidad.

Contemplar y orar la Palabra

-Busco un lugar apropiado para estar, serenamente, en diálogo con Jesús. Oro en mi interior diciendo: te heces presente, Señor, en mi vida de una manera insólita, imprevisible y conmovedora. Te escucho en paz, Señor mío, haz de mi lo que tú quieras.

-Leo de nuevo el texto, me sitúo en la escena. Como los discípulos estoy atento a la enseñanza de Jesús y caigo en la cuenta de este diálogo. Veo que no te dejas atrapar por la casuística legal ni por las disputas entre las diversas escuelas rabínicas. Nos presentas el proyecto de Dios, su sueño: igualdad entre los sexos, proyecto vital, común y permanente.

-Descubro cómo la enseñanza de Jesús va siempre dirigida al fundamento: el matrimonio es una alianza de amor, y tiene su origen en el amor de Dios. El amor cristiano es un signo público, eclesial, del amor incondicionado de Dios.

Actuar desde la Palabra

Mi compromiso irá dirigido a vivir y proclamar esa igualdad entre hombre y mujer, entendiendo en mi corazón las palabras de Jesús que hemos leído y orado este domingo y durante la semana.