DOMINGO 3º DEL TIEMPO ORDINARIO (27 de enero)

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Escuchar y acoger la Palabra

 

Ilustre Teófilo: Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo, he resuelto escribírtelos por su orden, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.

En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: ‘El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor’. Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles: ‘Hoy se ha cumplido esta escritura que acabáis de oír’. (Lucas 1, 1-4; 4, 14-21

 

Iluminar la Palabra

 

El texto que se proclama este domingo, del evangelista Lucas, está formado por dos párrafos bien distintos. El comienzo del evangelio, donde el autor explica el modo de proceder para llevar a cabo la recopilación de los hechos de la vida de Jesús, y, por otra parte, lo que el autor señala como la manifestación de la misión de Jesús que ha sido anunciada por Isaías y hoy se ha cumplido. ¿Y cuáles serán los signos? El anuncio del Evangelio a los pobres, la libertad de los cautivos, la curación de todas las cegueras, la libertad de aquellos que sufren cualquier tipo de opresión. Será la tarea más importante de Jesús. Resuenan de nuevo aquellas palabras del Éxodo: Dice el Señor: he escuchado el clamor de mi pueblo y voy a liberarlo.

Nos pone de relieve el evangelio, al igual que la primera lectura, la fuerza que tiene la Palabra de Dios para el creyente. La lectura pública y comunitaria de la Palabra crea la comunidad y renueva nuestra fe. De ahí la respuesta al salmo: Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

 

Orar y contemplar la Palabra

 

Después de una lectura reposada del texto y de dejarme iluminar a través del comentario. Hago un momento de silencio y luego lentamente voy dejando que resuenen en mi interior aquellas palabras que hayan tenido más fuerza para mí en este momento.

Acojo en silencio sentimientos, deseos, mociones… Vuelvo de nuevo a la lectura silenciosa y contemplativa del mismo, en su segunda parte. Y repito en mi interior: Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

Contemplo a Jesús, en pie, para hacer la lectura de la Palabra. Saboreo el texto, Jesús se hace consciente, acoge y anuncia la misión a la que ha sido enviado: Me ha enviado para anunciar el evangelio a los pobres… a anunciar el año de gracia.

Saboreo estas palabras: qué quiere decir Jesús sobre sí mismo cuando se siente enviado a esta misión. Jesús ha escuchado el clamor de su pueblo, siente sobre sí las pobrezas, las esclavitudes, la falta de sentido y viene a anunciar una novedad: Hoy se ha cumplido esta escritura que acabáis de oír.

-Acojo la invitación que me hace esta Palabra: Esto también es verdad hoy para mí. ¿Cómo voy a anunciar yo el evangelio en mi realidad concreta?