Apertura del Año Jubilar en la diócesis con el corazón cargado de esperanza

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Este domingo, Jornada de la Sagrada Familia, se ha inaugurado el Año Jubilar en nuestra diócesis de Santander con una magnífica ceremonia celebrada en la catedral y presidida por nuestro Obispo, D. Arturo. Centenares de fieles se dieron cita en este encuentro, que sirvió para iniciar una andadura que nos conducirá hasta el 6 de enero de 2026.

La ilusión se respiraba ya desde el comienzo de la celebración en la parroquia del Santísimo Cristo, un templo repleto de gente, que se trasladó en procesión hasta la catedral para celebrar la santa misa y dar por estrenado este periodo de esperanza que el Papa Francisco inauguró a su vez en Roma el pasado 24 de diciembre con la apertura de la Puerta del Perdón en el Vaticano.

La esperanza es precisamente el hilo conductor de este Año Jubilar en el que el Monasterio de Santo Toribio será una de sus sedes, junto a la catedral de Santander, lugares hacia los que peregrinarán miles de fieles en busca de esa esperanza y del perdón. Afrontar con alegría este periodo y esta peregrinación física y emocional es imprescindible para vivir adecuadamente su sentido.

En su homilía, D. Arturo hizo referencia a la Jornada de la Sagrada Familia, y al ejemplo de esta: «Somos invitados a vivir el espíritu de Nazaret en nuestras familias, estamos llamados a vivir en el Señor». Apeló también al amor como «cimiento para construir nuestra casa». «La esperanza no defrauda», continuaba, añadiendo que conlleva «cultivar la actitud de espera, esperar en Dios».

«La forma más eficaz de que nazca la esperanza donde falta es hacer posible la esperanza para los que no la tienen», refiriéndose así a nuestros hermanos que viven en condiciones de «penuria». Los que sufren la soledad y el desamparo no deben ser abandonados por la comunidad cristiana, afirmó.

Recalcó que de la esperanza nace la alegría, asegurando que «una persona alegre mantiene su tono vital en la contrariedad, no se desalienta e infunde ganas de vivir. La alegría es estado habitual de los que tienen esperanza cristiana». En este sentido, continuó diciendo que «transmitir alegría desde la gozosa certeza del futuro de la Salvación es una de las tareas más bellas de la vocación cristiana».

Asimismo, interpeló a los asistentes a tener ánimo y a no tener miedo para hacer el camino juntos, «llenando de alegría este mundo que se muestra triste tantas veces». Recordó también su deseo de que la diócesis sea una gran familia. «Este júbilo inmenso que sentimos y admiramos cuando nos reunimos para celebrar nuestra fe, tiene que ser nuestro testimonio permanente para iluminar a los demás con espíritu positivo y esperanzado», concluyó.

El ambiente de oración creado en la tarde de ayer fue sin duda cobijo de esperanza y fuente de fe por ver a tantas personas reunidas para celebrar el comienzo de este Año Jubilar. Continuemos el camino unidos, como nos dice nuestro pastor, revitalicemos los lazos de unión y mostremos nuestra alegría constantemente para que la revolución de la ternura alcance los corazones del mundo.