DOMINGO 15º DEL TIEMPO ORDINARIO (15 de Julio)

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Teresa nos muestra dónde está la clave del misionero, en ese dejarlo todo que nos hace libres:  Parecíame que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma… y toda mi ansia era que pues tiene tan pocos amigos, que esos fuesen buenos… confiada en la gran bondad de Dios que nunca falta de ayudar a quien por él se determina a dejarlo todo. (Camino de perfección. 1.2)

 

Escuchar y acoger la Palabra

En aquel tiempo llamó Jesús a los doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y decía: ‘Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio, Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos, sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos’. Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. (Mc 6, 7-13)

 

Iluminar la Palabra

La lectura que nos presenta la liturgia de este domingo es continuación de la que leímos el domingo pasado. Caemos en la cuenta de que el envío misionero de los discípulos viene narrado después del rechazo de Jesús en su tierra de Nazaret: Llamó a los doce, (a los que había elegido para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar), dándoles autoridad para echar demonios.  Se está cumpliendo la promesa. Señala tres cosas el evangelista: la autoridad sobre los espíritus inmundos; la simplicidad del equipaje: llevar un bastón y nada más…sandalias y una túnica; y la posibilidad de ser rechazados: si algún lugar no os recibe… sacudíos el polvo de los pies. El evangelio no puede ser impuesto.

Con ello el evangelista pone de manifiesto que la autoridad es de Jesús, que no van por cuenta propia; señala además la gratuidad con que se lleva a cabo la misión y la actitud que han de tener con las personas a quienes va dirigido.

Termina el relato recogiendo el éxito del envío, en continuidad con la labor del maestro. Jesús asocia a los suyos a su misma tarea, con insistencia en la centralidad de su persona, por eso subraya, tanto el contenido de la misión como la forma de realizarla.

 

Orar y contemplar la Palabra

Puedo comenzar la oración pidiendo al Señor la gracia de saber ser discípulo, de sentirme enviado, en la tarea cotidiana que llevo entre manos. Saber acoger su autoridad, es decir sentirme en su nombre, siendo misionero o misionera en mi trabajo, en mis relaciones, en medio de mi familia. Y sentir internamente que el evangelio debe ser proclamado desde un testimonio de pobreza y no se puede imponer desde el poder.

Leo de nuevo el texto, como si fuera la primera vez. Jesús me habla a mí hoy como entonces habló a sus discípulos. Caigo en la cuenta, por la lectura del texto, que Jesús comienza ya a crear comunidad, familia… Hasta llegar al banquete universal, donde nadie es excluido.

Dialogo con Jesús, sobre la Palabra:

*¿Qué significa recibir esa autoridad? La autoridad de Jesús es servicio, es entrega, es liberar, es devolver a las personas la categoría y experiencia de hijos de Dios. “Entre vosotros no hay ya hombre o mujer, libre o esclavo, judío o gentil”. No hay razas, no hay diferencia por el color… Todos hijos de Dios, todos hermanos de un mismo Padre.

*Te pido, Señor, el entusiasmo de los primeros, la simplicidad para el camino, Jesús pide ir a lo esencial, ligeros de equipaje. Son los entusiasmados los que suscitan esperanza. Son los libres y felices los que despiertan el deseo de nuevos caminos.