DOMINGO 24 DEL TIEMPO ORDINARIO (Día 17 de septiembre)

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El texto de este domingo, continúa abundando en el significado del perdón a propósito de la pregunta de Pedro, “¿Cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano si me ofende?” La respuesta de Jesús es: siempre. Y refuerza esta respuesta con una parábola de contrastes para decirnos que es muy importante ser conscientes del perdón que recibimos para perdonar nosotros también: ¿No debías de tener tú compasión con tu compañero…?

►Escuchar y acoger la Palabra
En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: ‘Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?’ Jesús le contesta: ‘No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete’. Y les propuso esta parábola: ‘se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que le vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagará así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo. El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, le estrangulaba diciendo: Págame lo que me debes. El compañero arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: Ten paciencia conmigo y te lo pagaré. Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: Siervo malvado. Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti? Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano’ (Mateo 18, 21-35)

►Pensar la Palabra
El perdón es clave en la comunidad cristiana y un perdón sin medida, siempre: setenta veces siete. Pedro se presenta realista y concreto: ¿debo de perdonar hasta siete veces? y Jesús desborda de nuevo las previsiones, le propone perdonar cuatrocientas noventa veces, es decir siempre. Ha superado, con creces todas las propuestas. Va más allá incluso de lo que se practicaba entre los rabinos y los grupos esenios que hablan como máximo de perdonar hasta cuatro veces. Pedro llegará a entender, este modo de perdonar, cuando escuche las palabras de Jesús en la cruz: ‘Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen’. Pidiendo el perdón para aquellos que le dan muerte. Necesitamos hoy testigos de Jesús, creyentes que vivan perdonando, en una sociedad y, a veces, en una iglesia que provoca conflictos y división entre los hermanos.

►Orar y contemplar la Palabra
Las palabras del Papa Francisco nos pueden ayudar a profundizar en este texto evangélico: “¿Por qué debemos perdonar a una persona que nos ha hecho mal? Porque nosotros somos los primeros que hemos sido perdonados, e infinitamente más… (Como hemos visto en la parábola, la deuda del administrador era infinitamente mayor) Dios no se cansa de ofrecer siempre su perdón cada vez que se lo pedimos. Es un perdón pleno, con el que nos da la certeza de que, aun cuando podemos recaer en los mismos pecados, tiene piedad de nosotros y no deja de amarnos”… el perdón de Dios no conoce límites sino que va más allá de nuestra imaginación y alcanza a quien reconoce haberse equivocado y quiere volver a Él. (En Asís)

►Actuar desde la Palabra
Me pregunto, a la luz de la Palabra, cómo es mi perdón y, desde esta consciencia, veo qué tiene que cambiar en mí. Pido al Señor luz y fortaleza para vivir desde esta clave evangélica del perdón sin límites: hasta setenta veces siete.