DOMINGO 5º DE PASCUA (Día 14 de mayo)

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En este día que se nos presenta Jesús como camino, verdad y vida, profundicemos en las palabras que nos ofrece nuestro obispo en la carta pastoral del Año Lebaniego: La fe cristiana es un acontecimiento, se basa en el encuentro personal con Cristo crucificado y resucitado. De esta experiencia que es individual y comunitaria, surge un nuevo modo de pensar y de actuar, nace una existencia marcada por el amor. (Manuel S. Monge. Obispo)

►Escuchar y acoger la Palabra
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas, si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y a donde yo voy ya sabéis el camino. Tomás le dice: ‘Señor, no sabemos a dónde vas ¿cómo podemos saber el camino? Jesús le responde: Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto. Felipe le dice: ‘Señor, muéstranos al Padre y nos basta’. Jesús le replica: ‘Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: Yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago y aún mayores. Porque yo me voy al Padre. (Jn 14, 1-12)

►Pensar la Palabra
El pasado domingo Jesús se presentaba a sus discípulos con esa preciosa imagen de la puerta: yo soy la puerta. Este domingo nos sorprende con otra imagen: yo soy el camino, la verdad y la vida. Jesús es el camino que nos lleva a Dios. Es el sacramento del encuentro del hombre con el Padre. Jesús es la presencia de Dios en medio de nosotros. No podemos ir por otro camino que no sea Jesús para encontrarnos con el Padre. En Él está la humanidad entera recreada, en él está la divinidad entera revelada. A Felipe le llega el mensaje con toda claridad: quien me ha visto a mí ha visto al Padre. Tenemos que acostumbrarnos a mirar el rostro de Jesús, a contemplar sus actitudes, sus sentimientos, su estilo, porque es la mejor forma de acercarnos a Dios-Padre
Estas palabras de despedida de Jesús, en el contexto de la liturgia de Pascua, que estamos viviendo, son un anuncio de su marcha definitiva al Padre y la promesa de una presencia permanente en el Espíritu.

►Orar y contemplar la Palabra
– Puedo releer el texto y pararme en aquella o aquella frases que más me muevan por dentro, que más me afecten.
Puede ser esta que Jesús dirige a Felipe: Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. El evangelio de este domingo nos invita a entrar en una experiencia contemplativa. El rostro de Jesús que hemos contemplado tanto en los días de su pasión, como en su manifestación de resucitado, ese es el rostro del Padre: es el Dios que entrega su vida, es el Dios de la misericordia y del perdón, es el Dios que se da como alimento, el Dios que cura y salva.
*Pido la fuerza del Espíritu para que:
– Jesús se para mí el camino de encuentro con el Padre
– Jesús se para mí la verdad frente a tanta mentira y falsedad.
– Jesús se para mí la vida, mi único centro y Señor.

►Actuar desde la Palabra
De la experiencia del encuentro con Jesús nace un nuevo modo de pensar y actuar. La Palabra de este domingo nos invita a actuar, como Jesús le dice a Felipe: como quien ha visto al Padre, en el rostro de Jesús. De esa experiencia, han de brotar las obras que darán fe de Jesús que, habiendo vivido en medio de nosotros, ahora lo tenemos junto al Padre.