DOMINGO SEGUNDO TIEMPO ORDINARIO (15 de enero)

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Después de la Navidad y sus fiestas, que concluyen con el Bautismo de Jesús, comienza la primera semana del tiempo ordinario que llegará hasta el miércoles de ceniza. Se reanuda, de nuevo, el lunes después de Pentecostés, y termina con el Adviento, con el que se inicia un nuevo año litúrgico. Durante este tiempo seguiremos el desarrollo progresivo, episodio tras episodio, de la vida histórica de Jesús. Cada tramo, es un paso para adentrarnos en el misterio de Cristo. Este domingo, con el texto evangélico de San Juan, comienza su vida pública.

Este año 2017, puedes proponerte ir profundizando en el itinerario de la vida de Jesús, por medio de la oración, unos minutos cada día. Esta hoja semanal, quiere ser una invitación y una ayuda.

El esquema-guía para la oración, será siempre el mismo: escuchar y acoger la Palabra; pensar la Palabra; orar y contemplar la Palabra; actuar desde la Palabra.

►Escuchar y acoger la Palabra
Después de haber celebrado la Eucaristía del domingo, se nos invita a vivir, durante la semana, a la luz de la Palabra. Cada día, puedo buscar un momento oportuno para dedicar un espacio y un tiempo a volver sobre el texto del evangelio.
Busco un lugar adecuado, ante el sagrario o en casa, me pongo en la presencia de Dios, creo el ambiente que me ayude y vuelvo sobre la lectura del evangelio:

En aquel tiempo; al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: ‘Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel’. Y Juan dio testimonio diciendo: ‘He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo. Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios. (Jn, 29-34)

►Pensar la Palabra
Es, dar vueltas al texto, leer una y otra vez, para intentar comprender lo que el evangelista nos quiere comunicar. Descubrir la novedad que nos trae Jesús.
Juan Bautista presenta a Jesús utilizando la imagen del “cordero”. Una imagen tan querida por los judíos: el cordero degollado, cuya sangre liberó a los israelitas del exterminio, la noche que huyeron de Egipto y así se hizo posible la liberación de la esclavitud. Pero el Bautista introduce un elemento nuevo: que quita el pecado del mundo. Jesús es el libertador del pecado común de toda la humanidad, inclinada a hacer y querer lo que daña a los demás, aquello que deshumaniza. Jesús de Nazaret es el logro supremo del ideal humano. Y, como añade muy bien Juan, esto es obra del Espíritu que se posó sobre él.

►Orar y contemplar la Palabra
Antes de continuar orando, pido al Señor la gracia de conocerlo y reconocer al Espíritu que lo habita. Que su Palabra se haga vida en mí.
Nos pueden ayudar las palabras del papa Francisco que nos advierte que “a veces perdemos el entusiasmo al olvidar que el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas”. Sin embargo, no es así. El Papa expresa con fuerza su convicción: “no es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no es lo mismo caminar con él que caminar a tientas, no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra… no es lo mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo solo con la propia razón”.
Todo esto lo hemos de descubrir, por experiencia personal, junto a Jesús. De lo contrario, a quien no lo descubre -continúa diciendo el Papa-, “pronto le falta fuerza y pasión; y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie”.
La gran novedad de Jesús, que anuncia Juan Bautista, consiste en que Jesús es el Hijo de Dios, Él puede bautizar con Espíritu Santo.

►Actuar desde la Palabra
Vuelvo sobre el texto, queriendo descubrir, al leerlo de nuevo, cómo me toca a mi interior, cómo me mueve por dentro, qué me dice a mí, en concreto.
A la luz de la Palabra, yo ¿qué debo hacer para conocer a Jesús, caminar con él? ¿cómo puedo yo construir el mundo con su evangelio? ¿cómo dar testimonio de Él?
Los seguidores de Jesús, no podemos vivir una espiritualidad seria, lúcida y responsable si no está inspirada por su Espíritu. Nada más importante podemos hoy ofrecer a las personas que una ayuda a encontrarse interiormente con Jesús, nuestro Maestro y Señor.
Termino pidiendo fuerza para caminar y vivir según su palabra. Conocerle, y dar testimonio. Repito una y otra vez: Hágase en mí según tu Palabra…