Con motivo de la celebración de San Ignacio de Loyola, el obispo de Santander, Manuel Sánchez Monge, acompañado de su secretario, Alejandro Benavente, han vivido la jornada con la Comunidad de Jesuitas de Cantabria. Compartieron la comida en un clima de fraternidad y después se tuvo una sobremesa, “quiete en el lenguaje jesuítico”, donde el señor obispo dialogó y respondió a las preguntas que se le hicieron. Todo en un clima distendido, amable, con anécdotas.

Celebración de la Eucaristía en honor de San Ignacio

A las 7,30 de la tarde, en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, de los jesuitas de Santander se celebró la Eucaristía La iglesia estaba completamente llena de fieles.
Animó la Celebración el Orfeón Cántabro.

La homilía del señor obispo se centró en tres puntos: 1.-San Ignacio , un hombre de Dios. 2.-El discernimiento orante, y 3.-Ayudar a las ánimas: colaboración en la obra de la Trinidad.

Las palabras de D. Manuel Sánchez Monge, daban fuerza y señalaban que: “San Ignacio fue, ante todo, un hombre de Dios. En su vida puso en primer lugar a Dios, su mayor gloria y su mayor servicio”. Indicó que: “Fue un hombre de profunda oración, que tenía su centro y su cumbre en la celebración eucarística diaria”. De este modo, legó a sus seguidores una herencia espiritual valiosa, que no debe perderse u olvidarse.

Otro de los puntos fue el discernimiento orante. “El discernimiento, señaló el obispo de Santander, es una de las cosas que Ignacio ha elaborado más interiormente. Para él, es un instrumento de lucha para conocer mejor al Señor y seguirlo más de cerca”.

“Los Ejercicios espirituales no tienen otra finalidad que la de abrir en nosotros un espacio de libertad, de escucha y aceptación para que el Espíritu pueda actuar y para que nosotros estemos dispuestos, mediante la unción del Espíritu, para hacer la elección concreta que hizo Cristo y de hacerla hoy, en la cotidianidad de cristianos”, fueron otras de las palabras que valoraban la experiencia espiritual de San Ignacio, y que el obispo subrayó como valiosas dentro de la espiritualidad ignaciana.

Ayudar a las ánimas

El obispo señalo, en este punto, que: “Precisamente por ser un hombre de Dios, San Ignacio fue un fiel servidor de la Iglesia, en la que vio y veneró a la esposa del Señor y madre de los cristianos. Y del deseo de servir a la Iglesia de la manera más útil y eficaz nació el voto de especial obediencia al Papa, que él mismo definió como “nuestro principio y principal fundamento”.

“Servir en la Iglesia no es una llamada, no es una vocación, sino una misión, tal como lo vive Ignacio de Loyola. La afirmación de ser puesto con el Hijo, enviado por el Padre, para servir, para “ayuda a las ánimas”, alcanza toda la actividad de Ignacio, todos sus proyectos apostólicos y sus orientaciones, su estilo de servicio y el modo de proceder”.

Unas palabras para María

Don Manuel tuvo presente a la Virgen María: “Ella, María, que fue la primera y más perfecta discípula de su Hijo, nos ayude a dejarnos conquistar por Cristo para seguirle y servirle en cada situación”

Acabando con la expresión y el deseo de: “Que acompañe nuestro camino la paterna intercesión de San Ignacio y de todos los santos jesuitas, que continúan enseñándonos a hacer todo, con humildad, para mayor gloria de Dios”.

Las personas que han participado de la Eucaristía han quedado satisfechas de la celebración por su estilo, por su sentido, por las palabras del Obispo, por las canciones interpretadas por el Orfeón Cántabro, y por la imagen de todos los jesuitas y sacerdotes concelebrantes.

Matías Aurelio Güemes Peña/Santander-Cantabria.