LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR (Día 6 de agosto)

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Esta fiesta, conmemora la escena en que Jesús, en la cima del monte Tabor, se apareció vestido de gloria, hablando con Moisés y Elías, ante sus tres discípulos: Pedro, Santiago y Juan. Desde muy antiguo se comenzó a celebrar en las iglesias de Oriente y Occidente. En 1547, el papa Calixto III la extendió a toda la cristiandad, para conmemorar la victoria que los cristianos obtuvieron en Belgrado sobre Mahomet II. La noticia llegó a Roma el 6 de agosto.

►Escuchar y acoger la Palabra
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte, a un monte alto. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: ‘Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres haré tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías’. Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía: ‘Este es mi hijo, el amado en quien me complazco. Escuchadlo’ (Mateo 17, 1-9)

►Pensar la Palabra
El relato de la “Transfiguración de Jesús” fue desde el comienzo muy popular entre sus seguidores. No es un episodio más. La escena, recreada con diversos recursos de carácter simbólico, es grandiosa. Los evangelistas presentan a Jesús con el rostro resplandeciente mientras conversa con Moisés y Elías.
Los tres discípulos que lo han acompañado hasta la cumbre de la montaña quedan sobrecogidos. No saben qué pensar de todo aquello. El misterio que envuelve a Jesús es demasiado grande.
La escena culmina de forma extraña: Se formó una nube que los cubrió y salió de la nube una voz: Este es mi Hijo amado. Escuchadlo. El movimiento de Jesús nació escuchando su llamada. Su Palabra, recogida más tarde en cuatro pequeños escritos, fue engendrando nuevos seguidores. La Iglesia vive escuchando su Evangelio.

►Orar y contemplar la Palabra
He intentado profundizar sobre esta Palabra que nos comunica el evangelista Mateo. Vuelvo sobre la lectura del texto y me quedo escuchando esa voz que hoy se dirige a mí: Este es mi hijo, el amado en quien me complazco. Escuchadlo.
Caigo en la cuenta de que lo único decisivo que podemos ofrecer los cristianos a la sociedad moderna es la Buena Noticia proclamada por Jesús, y su proyecto de una vida más digna. Tenemos que ofrecer y manifestar la fuerza humanizadora de su Evangelio.
Hago silencio y dejo que sólo quede resonando esa palabra: ESCUCHADLE.
-¿Cómo escucho yo esta palabra que se proclama cada domingo en la Eucaristía?
-Tengo recientes las parábolas de la semilla que cae en tierra y da fruto… La semilla es la Palabra. La tierra donde esta cae soy yo que recibo la Palabra. ¿Cómo es mi tierra… está preparada para fructificar?
-Jesús me invita a entrar en la nube y sentir y escuchar la Presencia…

►Actuar desde la Palabra
Mi compromiso a la luz del texto de este domingo es provocar que la Palabra corra limpia, viva y abundante por nuestras comunidades. Que llegue hasta los hogares, que la puedan conocer quienes buscan un sentido nuevo a sus vidas, que la puedan escuchar quienes viven sin esperanza.
Aprender a leer juntos el Evangelio. Familiarizarnos con los relatos evangélicos. Ponernos en contacto directo e inmediato con la Buena Noticia de Jesús. En esto hemos de gastar las energías. De aquí empezará la renovación que necesita hoy la Iglesia