La peregrinación diocesana a Tierra Santa continúa, en su camino tras las huellas del Maestro, descubriendo los lugares más importantes de la cristiandad.

El martes tuvieron ocasión de ir al río Jordán para vivir en este lugar privilegiado la experiencia del Bautismo, renovando las promesas bautismales y recibiendo una efusión simbólica de aquel mismo agua que se derramó sobre el Señor.

El miércoles lo dedicaron a un itinerario que partió de la Anunciación marcado por la Visitación, en el lugar de Ain Karem, y la visita de Belén, del campo de los pastores y de la Basílica de la Natividad: el lugar desde el que se abrió al mundo el horizonte de Salvación soñado por Dios y aceptado por una mujer.

El jueves, el recorrido se acerca a la Ciudad de la Paz, Jerusalén… para en ella transitar por la Vía Dolorosa, recorriendo esos últimos pasos de Jesús hacia el lugar en que envolviese a la humanidad en su abrazo redentor, culminando su plan salvador, dando su vida por Amor.

El sr. Obispo, y el grupo de sacerdotes que lo acompañan, están realizando junto con el guía la labor de atención espiritual del grupo. No se trata de un simple turismo o de visitar los lugares con un único pretexto cultural. Es peregrinar, un camino espiritual que también se va grabando en el corazón al recorrer cada lugar con los cinco sentidos.

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