Queridos diocesanos.

Un año más celebramos el Domund, el Domingo mundial de las Misiones. El día en que nos hacemos conscientes de un modo especial de la dimensión misionera de la Iglesia, de la que formamos parte.

El lema en esta ocasión es “Sal de tu tierra”. Es la invitación que hizo Dios a Abrahán y la que nos hace el papa Francisco para que salgamos de nosotros mismos, de nuestras comodidades y de nuestros miedos y nos convirtamos en discípulos misioneros. Salir de sí mismo y dejar la propia tierra implica afrontar dificultades imprevistas y riesgos de todo tipo. El misionero es el mejor ejemplo de cristiano que se fía totalmente del Señor y se pone en camino hacia la tierra sagrada de los otros como hermanos.

Las huellas que aparecen en el cartel son expresión gráfica de los misioneros como hombres y mujeres en salida. Pero en este caso las huellas son de diversos colores, precisamente los colores de los cinco continentes. Los misioneros son enviados por Cristo al mundo entero: “Id al mundo entero y anunciad el evangelio”. Este mandato, dice el Papa, “no está agotado, es más, nos compromete a todos, en los escenarios y desafíos actuales, a sentirnos llamados a una nueva salida misionera”.

Los motivos para salir de la propia tierra son diversos: por hacer turismo, por vivir una aventura, por conocer personas y costumbres distintas, por motivo de trabajo o de estudios… En las huellas de los misioneros que aparecen en el cartel de este año se pueden advertir unas cruces casi invisibles, pero que ahí están para recordarnos que los misioneros son enviados por la Iglesia a otras tierras con el signo de la cruz. Es el distintivo de su misión de amor y misericordia, continuadora de la de Cristo.

El Domund nos anima a colaborar con nuestra oración y con nuestra ayuda económica a los misioneros, esas personas generosas, dispuestas a dejar su patria y recorrer los caminos del mundo para llegar a las periferias de los que no conocen a Jesucristo y su Evangelio, especialmente a los pobres. Entre ellos se cuentan un grupo no pequeño de hijos de nuestra Iglesia que peregrina en Cantabria y el valle de Mena. Pero también nos anima a cambiar de actitudes. A que abandonemos todo aquello que nos encierra en nosotros y ensanchemos la mirada y el corazón a los horizontes de toda la humanidad.

Agradezco el trabajo que a través de todo el año viene realizando la Delegación Diocesana de Misiones, que empieza una nueva andadura con ilusión y nuevos proyectos. Y animo a todos a avivar nuestra conciencia misionera. Es un honor para nosotros que el Señor haya confiado en nosotros hasta el punto de encargarnos el anuncio de la Noticia buena de verdad.

Recibid mi afecto y mi bendición,

+Manuel Sánchez Monge,
Obispo de Santander