♦ Texto para la oración

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: ‘Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: ¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido. El administrador se puso a echar sus cálculos: ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa. Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? Éste respondió: Cien barriles de aceite. Él le dijo: «Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta. Luego dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes. Él contestó: Cien fanegas de trigo. Le dijo: Aquí está tu recibo, escribe ochenta. Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: ‘ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.» (Lucas 16, 1-13)

♦ Comentario al texto

La lectura nos presenta una parábola, provocativa, con la que Jesús quiere mostrar a sus discípulos la sagacidad de quienes saben percibir la urgencia del momento y su capacidad de reaccionar mientras se está a tiempo. Se complementa esta narración con una serie de consejos en torno al dinero que culminan en una afirmación: No podéis servir a Dios y al dinero. No se pueden tener dos amos. Sólo la realidad de Dios-Padre como absoluto libera de los ídolos. Si miramos la realidad con ojos evangélicos nos damos cuenta de la fuerza de esta afirmación. Corrupciones, fraudes, sobornos, malversación de fondos… todo ello viene de haber hecho del dinero un dios.

♦ Oración con el texto

Comienzo la oración buscando el espacio adecuado, hago silencio en mi interior y sereno mis pensamientos. Y comienzo con esta oración: Día tras día, mi Señor, te voy a pedir tres cosas: Verte más claramente, amarte más tiernamente y seguirte más fielmente. Día tras día, día tras día, mi Señor. Ver, amar y seguir al que es Señor de todas las cosas.
No se puede servir a Dios y al dinero…

-A la luz de la Palabra miro la realidad que me rodea: se puede pensar que somos dueños de nuestro dinero y no reconocer que es el dinero quien nos posee. Tarde o temprano el dinero se erige en dueño y señor absoluto al que hay que servir. Las injusticias y desigualdades, las corrupciones de nuestra época, son el exponente más cruel de esta idolatría.
-A la luz de la Palabra me miro a mí mismo y me pregunto ¿Me siento interpelado por el mensaje de Jesús?
-A la luz de la Palabra me preguntó: ¿Señor, yo qué tengo que hacer?

Termino este encuentro con Jesús orando:

Señor, Jesús, hoy nos dices unas palabras duras de entender:
No podéis servir a Dios y al dinero.
Yo puedo traducirlo así para mi vida:
No puedo servir al amor y al egoísmo,
No puedo servir a la fraternidad y al individualismo
No puedo servir a la justicia y a la acumulación de bienes,
No puedo servir a la libertad y a la esclavitud,
No puedo servir a la verdad y a la hipocresía,
No puedo ponerme al servicio de dos amos.
Dame luz, Señor, para saber a quién verdaderamente sirvo.

En el Año de la Misericordia

Todos estamos llamados a ser libres, todos a ser hijos y, cada uno de acuerdo con su responsabilidad, a luchar contra las formas modernas de esclavitud.
(Papa Francisco. Homilia. 1 enero 2015)