No vivimos en época de cambios, sino en un cambio de época. El Papa Francisco es consciente de ello y por eso insiste enque la Iglesia ha de ser más cercana a todos, y ha de estar más al servicio de todos. Reclama el primado de la misericordia y quiere una Iglesia servidora, misionera y samaritana. Este mensaje ha de ser recibido también por nuestra Iglesia diocesana.

Celebramos un año más el Día de la Iglesia Diocesana. Es una jornada para hacernos más conscientes de que no creemos por nuestra cuenta, sino que formamos una familia de creyentes: la Iglesia del Señor que peregrina en Sanander y en el Valle de Mena. No podemos desentendernos de nuestra propia familia de fe. Como bautizados tenemos derecho de participar activamente en la vida parroquial y diocesana. También tenmos derecho a estar informados de cuanto en ellas sucede. Oremos por el obispo y los sacerdotes, por los diáconos y los consagrados, por los fieles laicos y por los seminaristas. Para que todos vivamos con fidelidad y alegría nuestra vocación.

El lema de este año es: «Una Iglesia y miles de historias gracias a ti». Hace alusión a que cada uno de nosotros contribuimos al fortalecimiento de la comunidad cristiana a la que pertenecemos. Nuestra diócesis, nuestras parroquias, serían mucho más pobres si no aportáramos nuestras cualidades, nuestro tiempo, nuestra oración… Cada uno de los que trabajan en la Iglesia protagoniza una verdadera historia de amor y generosidad. ¡Y son tantas! Ellos son buena noticia en una sociedad en la que abundan las malas noticias. Necesitamos una sociedad nueva, más fraterna, más solidaria, un nuevo humanismo. La convivencia humana sufre heridas graves cuando priman la avaricia, el individualismo, la falta de solidaridad. Cuando Dios está ausente, es el hombre el que primero paga las consecuencias. Por otra parte, ya vemos que no se puede vivir solo de opiniones, como sostiene el relativismo, sino que hacen falta convicciones. Los cristianos comprometidos tratan de curar esas heridas y, sobre todo, ponen a Dios en el centro de sus vidas.

También es importante nuestra colaboración económica para que la Iglesia en nuestra tierra pueda seguir desarrollando la gran labor caritativa y social, la catequesis parroquial, la celebración de los sacramentos, la presencia y el acompañamiento de los sacerdotes, como lo viene realizando. Contribuyamos generosamente con lo que nosotros podemos y la diócesis necesita.

Que el Señor os bendiga a todos para que brille su rostro de bondad y misericordia en una sociedad como la nuestra, que puede y debe ser mejor.

+ Manuel Sánchez Monje
Obispo de Santander