DOMINGO 2º DE PASCUA (Día 23 de abril)

88

Coincide este Domingo 2º de Pascua con la apertura del Año Santo Lebaniego. “La Cruz y el sepulcro vacío, la Muerte y la Resurrección de Cristo, son inseparables en la narración evangélica y en el designio salvífico de Dios. En la fe cristiana, la Cruz es expresión del triunfo sobre el poder de las tinieblas… (D. Manuel Sanchez Monge. Obispo. Carta apostólica 2017)

►Escuchar y acoger la Palabra
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: Paz a vosotros como el Padre me ha enviado así también os envío yo. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos.
Tomás, uno de los doce, llamado el mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: hemos visto al Señor. Pero él les contestó: si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo. A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: Paz a vosotros luego dijo a Tomás: Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo sino creyente. Contestó Tomás: ¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: ¿Por qué me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre. (Juan 20, 19-31)

►Pensar la Palabra
Todas las apariciones de Jesús resucitado tienen básicamente la estructura de un encuentro. Un encuentro que es, en realidad, reencuentro en lo cotidiano.
Jesús encuentra a los discípulos que están reunidos, llenos de temor, ayudándose en el consuelo recíproco; ahí es donde Jesús se presenta, en medio de la comunidad reunida, apoyándose mutuamente.

Se manifiesta con los dones de su presencia espiritual: paz y alegría. Y les envía a la misión, una misión que se realiza en el Espíritu: exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: recibid el Espíritu Santo.
Continúa narrando el encuentro con los discípulos, estando Tomás presente. Tomás se encuentra con Jesús, cuando se reúne con los suyos. Termina la narración con una bienaventuranza proclamada por Jesús: Dichosos los que creen sin haber visto.
Bienaventurados nosotros si, abriendo los ojos a los signos de la presencia del Resucitado, -tal y como es y no como la soñamos o la quisiéramos-, creemos en el poder de la resurrección de Jesús, presente entre nosotros.

►Orar y contemplar la Palabra
– Vuelvo a leer el texto del evangelio. Puedo buscar un lugar que me ayude a hacer silencio. Enciendo una vela, signo del Resucitado. Y voy siguiendo la escena:
– Los discípulos, se encuentran con Jesús que les dice: Paz a vosotros. Llenos de alegría comunican a Tomás: Hemos visto al Señor.
– Tomas no ha vivido la experiencia y necesita sentir y tocar. Jesús, con un gran amor, le recrimina: No seas incrédulo, sino creyente. Y le abre los caminos a la fe haciéndole tocar la realidad, las señales de su muerte en su cuerpo resucitado. Y nos deja esa impresionante confesión: Señor mío y Dios mío.
– Ante Jesús resucitado confieso mi situación personal y me atrevo a decir como Tomás: Señor mío y Dios mío. Escucho la palabra de Jesús dicha hoy para mí: Feliz tú, que sin ver has creído, en el testimonio de los apóstoles.

►Actuar desde la Palabra
Quiero comprometerme a romper el individualismo que siempre nos acecha. Este deseo es el que hoy te presento y ofrezco, Señor. El Espíritu vendrá en ayuda para vivir la misión de anunciar a Cristo resucitado.