DOMINGO 14. TIEMPO ORDINARIO (Día 9 julio)

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Estos versículos recogen una efusión de Jesús en la que expresa lo más íntimo de su experiencia espiritual y suponen un fuerte contraste con los textos que hemos leído el domingo anterior. La clave del texto es cuestión de experiencia. Sin duda Jesús pensaba, al decir esto, en sus oyentes: los galileos, los enfermos y mendigos. Los últimos económica y socialmente.

►Escuchar y acoger la Palabra
En aquel tiempo tomó la palabra Jesús y dijo: ‘Te doy gracias Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Si, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera’ (Mateo 11, 25-30)

►Pensar la Palabra
El texto de este domingo nos muestra la actitud orante de Jesús y la relación profunda con su Padre. Jesús reconoce y agradece al Padre este modo de revelarse a la gente sencilla; esos hombres y mujeres que le siguen y van descubriendo, a través de Jesús, el rostro del Padre. Y a continuación dice esa frase que vale más que todos los programas políticos y pastorales: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. En un mundo donde se da con demasiada frecuencia la indiferencia ante los demás, nos llama la atención comprobar que para Jesús esas personas que padecen el cansancio y la fatiga, no le son indiferentes.
Jesús sabe mirar, sabe sentir y vuelve su rostro hacia los sencillos, hacia los pobres, hacia los que están en los márgenes de la historia, cansados y agobiados por el peso de la vida.
Con esta expresión Jesús está revelando su misión y pone de manifiesto el programa de los que quieran ser sus discípulos. Con Jesús ha llegado ya el tiempo de la paz y del reposo, yo os aliviaré. Y los suyos habrán de mostrar el lado acogedor y sereno de la fe. Tenemos un gran testigo en nuestro Papa Francisco.

►Orar y contemplar la Palabra
Durante esta semana puedo unirme a esta oración de Jesús. Siento que la digo con Él y siento que Jesús la puede decir por mí. Cada día puedo dirigirme al Padre y mirar a la gente que camina por las calles, gente sencilla que vive el paso de Dios por su historia.
También puedo fijarme en aquellos que sufren, agobiados por una vida sin sentido. Pregúntate si tu puedes acercarles esa Palabra de Jesús llena de compasión: Venid a mí… yo os aliviaré.
Intento profundizar esta Palabra: El yugo del Evangelio es ligero y su carga es llevadera. Así es para quien escucha a Jesús

►Actuar desde la Palabra
La Palabra de Jesús me compromete. Me invita a conocer a Jesús, más a fondo, para ser capaz de dirigir al Padre esa misma oración: Te doy gracias, Padre porque veo cómo actúas en favor de los más sencillos y pequeños.
La Palabra de Jesús me compromete. Me invita a dirigirme a todos aquellos que lo están pasando mal, a causa de la injusticia de los poderosos, y ofrecerles una palabra de aliento enraizada en el Evangelio: en Él encontraréis descanso para vuestras almas.
Para ello es necesario que yo viva esa experiencia, que Jesús conforme mi corazón al suyo. Que el Padre me dé a conocer aquello que ha reservado a los pequeños.