Estamos viviendo durante estas semanas un parón en el transporte, convocado por la Plataforma en Defensa del Sector de transporte de Mercancías por Carretera Nacional e Internacional (que representa a autónomos, medianas y pequeñas empresas), debido como dicen muchos a la subida del gasóleo. Pero esta subida del gasóleo ha sido la gota que ha colmado el vaso para convocar este parón. Después de tantas demandas hechas al gobierno y no escuchadas, como los bajos pagos de los portes que las plataformas intermediarias hacen a los autónomos y pequeñas empresas familiares que hace que no salga rentable hacer esos portes, la reivindicación también de la jubilación a los 60 años y las enfermedades profesionales.

Por todo esto estamos viendo que los camiones no se mueven, sino para hacer marchas lentas para llamar la atención a la sociedad, una sociedad que ha dejado de valorar el trabajo de aquellos que durante la pandemia surtieron los supermercados de alimentos y se jugaban su vida y la de su familia, y en ocasiones muchas veces en condiciones inhumanas, mientras que el resto estábamos en casa.

Como estamos viviendo esto produce muchos perjuicios colaterales en la sociedad, como la pesca atascada, el suministro de productos agrícolas, la recogida de la leche, la parada de producción de fábricas sin materia prima, el desabastecimiento progresivo de supermercados y otras tiendas… Pero es que a veces no nos damos cuenta de cuán importante es el transporte para el 100% de la población y servicio de todos y como interconecta toda la cadena de servicios, producción y abastecimiento. Es esencial en nuestro mundo.

Como sociedad deberemos pedir a los responsables públicos, y al Ministerio de transporte sentarse a dialogar, no solo con la patronal sino con todos los convocantes y no ignorarlos, cuando son los más perjudicados.

Que el Señor ilumine a todas las partes para encontrar soluciones, justas, serias, eficaces y solidarias para los transportistas.

Antolín García Rozas
Delegado Diocesano de Pastoral de la carretera