Nuestro administrador apostólico, Mons. Manuel Sánchez Monge, al término de la Misa de despedida, en la que ha recibido varios presentes

D. Manuel se despide en un templo abarrotado de fieles que han querido acompañarle en la que será su última Misa antes de que el sábado tome posesión el nuevo obispo.

“Cuando pienso en las personas de las que soy deudor, me descubro insolvente para saldar tantas deudas. Os agradezco de corazón la ayuda que me habéis prestado sacerdotes, consagrados y laicos.” Unas palabras de Sánchez Monge que resumen lo vivido esta tarde en la Misa de despedida y en la que la música ha corrido a cargo del coro A Capella que, con su canto, ha embellecido la celebración.

El ambiente general de la celebración ha estado marcado por la gratitud. La de los fieles laicos y religiosos, así como la de los sacerdotes, a los que de un modo especial ha agradecido su presencia, que han querido arropar al que hasta hace poco más de un mes era su obispo. Entonces se hizo pública su renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Santander. Un momento que tenía que llegar y que tardo casi dos años más de la edad en que los obispos han de presentar su renuncia. Una prórroga que dilató en el tiempo una justa retirada, para vivir sin responsabilidades y poderse dedicar a otra serie de actividades y aficiones, como escuchar música, leer y escribir.

Algo que, durante su tiempo al frente del gobierno de la diócesis, tuvo que verse desplazado por las preocupaciones: por las dinámicas de nueva evangelización, que hiciesen de los fieles discípulos misioneros; por la escasez vocacional, que motivaba la creación de una cultura vocacional; por los jóvenes y matrimonios, en cuya atención pastoral se juega una parte importante del futuro (y del presente) de la Iglesia; y por la presencia de los fieles en un entorno en el que muchas veces es difícil: la plaza pública.

Durante este tiempo entre los cántabros y meneses, además, ha recordado en su homilía que “haber trabajado, gozado y sufrido juntos, haber compartido preocupaciones y esperanzas han ido tejiendo unas relaciones muy estrechas que nunca podré olvidar”, algo que también se reflejó en una de las citas escogidas, de San Alberto Magno: “No se deja sin dolor lo que se ha querido con amor”.

En la celebración, a la que acudieron numerosas autoridades civiles y militares, destacó la presencia de la alcaldesa de la ciudad de Santander, Doña Gema Igual Ortiz, con la que tantas realidades han sido posibles, en un trabajo conjunto por desarrollar el entorno de la Catedral, como también recordó Sánchez Monge en su homilía.

También es digna de mención la presencia del arzobispo metropolitano de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes, a cuya provincia eclesiástica pertenece la diócesis de Santander.

Finalmente, en esta celebración, en la que invitó a acoger al nuevo obispo, Mons. Arturo Ros Murgadas, “como me habéis acogido a mí”, se le obsequió con un facsímil del comentario al Apocalipsis de Beato de Liébana, y de una obra del pintor Indalecio Sobrino que representa a la patrona de nuestra diócesis, la Bien Aparecida.