La familia es una de las instituciones más importantes de la sociedad, su célula básica, por ello nuestro Obispo, D. Arturo, animaba hoy al equipo de pastoral de la Delegación de Familia y Vida a seguir trabajando con ímpetu para hacer ruido. Hoy hay que proponer sin miedos la vocación matrimonial: «mostrar la belleza y la grandeza del matrimonio y la familia. Tenemos que decir que siendo familia somos felices. ¡Nos gusta ser familia! Y dar testimonio de lo que somos es una forma bella de transmitir la fe».
Los delegados, Justo y Mª Cruz, han resaltado el testimonio positivo de tantas personas que viven con ilusión la construcción cada día de su familia, frente a quienes solo son capaces de ver catastróficamente la realidad.
Una de las pastorales pendientes en nuestra Diócesis, y que parece que debe comenzar a caminar con vigor, es la que integre a personas en situación irregular: divorciados vueltos a casar y personas separadas. Hace años el grupo «Renacer» quiso ser una respuesta a la demanda de acompañamiento.