Ayer varios voluntarios de la Pastoral Penitenciaria junto a un grupo de internos peregrinaron a Santo Toribio de Liébana para ganar el jubileo y compartir una jornada de convivencia.

Una dinámica redentora que está grabada en el madero de la Cruz del Señor, y que fue el lugar sobre el que su entrega se materializó. Poder adorar la Cruz es confrontarnos con un Amor total y totalizante.

Todo la jornada estuvo enmarcada por un ambiente de fe y amistad. Aprovecharon la ocasión del Año Santo para gozar también de unos paisajes únicos, que hacen respirar la libertad.