Escuchar y acoger la Palabra
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: ‘¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre el maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: Hermano, déjame que te saque la mota del ojo, ¿sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano. Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que de fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca’. (Lucas 6, 39-45)
Iluminar la palabra
Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca. Jesús nos enfrenta con nuestra verdad, la verdad de lo que somos, nuestro propio conocimiento. Esto nos hará humildes y nos llevará a relacionarnos con el otro desde la verdad. La humildad es la verdad, nos dice Santa Teresa. La verdad es uno de los pilares sobre los que se asienta la conciencia moral y la convivencia. Las injusticias se alimentan siempre a sí mismas con la mentira. Pero siempre hay personas que tienen la mirada limpia y ven la realidad tal como es. Saben poner verdad en medio de la mentira. Ponen luz en medio de tanto oscurecimiento. (Pagola). En nuestro interior está el germen de lo auténtico. El pensamiento de Jesús es claro: el hombre auténtico se construye desde dentro. Es necesario “interiorizar” la vida para hacernos más humanos.
Orar y contemplar la Palabra
El texto de este domingo nos invita a interiorizar, a conocer lo que anida en mi corazón.
-Busca un lugar tranquilo estos días. Si puedes, durante esta semana haz, al menos diez minutos de interiorización, cada día.
-Intenta silenciar los ruidos que te llegan del interior y del exterior.
-Acompasa tu respiración y siente cómo entra y sale el aire, llena tus pulmones, te da vida: inspira y expira lentamente…
-Mira a tu corazón con la mirada interior…
-Pregúntate: ¿mi corazón es luminoso… transparente… o descubro zonas oscuras?
-Repite lentamente las palabras de Jesús: de lo que rebosa el corazón habla la boca… ¿qué sentimientos percibo?… ¿qué transparentan mis labios?… ¿cómo son mis palabras… mis conversaciones?
-Termino con una oración al Espíritu: Limpia mi corazón, sana mi corazón
Actuar desde la Palabra
Durante la semana intentaré mirar a cada uno de mi familia, a mis amigos, a mis compañeros de trabajo, con una mirada limpia y con un corazón sencillo iluminado por la bondad.