Ayer se celebraba, en la Catedral de Santander, la colación a los ministerios de lector y acólito de D. Eliar Blandón Gadea, seminarista de último curso de nuestro seminario de Monte Corbán y actualmente estudiando en la comunidad formativa del Seminario Metropolitano de Oviedo.

Para la Diócesis, como se dijo desde el mismo comienzo, en la monición, es una alegría el poder celebrar esta gracia de Dios en la vida y camino vocacional de Eliar, ya que nos recuerda que cada proceso vocacional es un misterio en el que Dios se hace fuerte.

El Evangelio que se proclamó nos invitó a asomarnos a los sentimientos del Señor que «queman el corazón». El amor «extremo, total, siempre», sin condiciones… es «en esa experiencia de sabernos amados es cuando nos realizamos cada uno en su particular vocación […] Somos amados. ¡Que no se nos olvide nunca esto! Porque entonces nuestras vidas se desencaminan y no buscamos la verdad de la existencia, que es el amor que nos conduce y nos hace existir.»

Llamó a todos a recobrar «el norte interior» de la propia vocación: «Esa intimidad de Jesús con sus discípulos le lleva a llamarles esa palabra tan bella: Sois mis amigos. Elegidos para ser amigos, elegidos, testigos, amados, para amar con Dios lo hace.»

Así mismo tuvo unas palabras muy directas y sentidas para Eliar, al que le dijo: «Esperamos mucho de ti, hijo. Y lo sabes… Te conviertes en fuente de esperanza para la Diócesis». Así como aseguró la oración por él, también le agradeció «por tu vocación, por tu entrega, por tu generosidad, por el esfuerzo que has hecho estos años, por los sufrimientos, también por tus silencios, pero sobre todo por la grandeza de tu corazón, de querer responder a la llamada que has recibido al ministerio sacerdotal.»

El lectorado y el acolitado «para que te apasiones por Jesús, leyéndole, contenplándole, meditándole permanentemente, empapándote de su palabra. Su palabra cobra vida. La palabra de Jesús tiene alma, ¡esta viva! Y nos penetra y nos llena. Y la presencia viva de Jesús en la Eucaristía es nuestro alimento, nuestra ‘locura’ espiritual».

La celebración terminó con un breve agradecimiento por parte de Eliar a todos los presentes, ya que su familia no podía acompañarle –por ser él de Nicaragua y estar sus padres allá–, todos los presentes más o menos han tenido relación o trato y Eliar quiso hacerles saber su gratitud por todas las muestras de cercanía y cariño que tanto le ayudan.