«Es mucho lo que se me pide; me entregaré en cuerpo y alma»

En una charla en «Herrera en Cope» reconoce que «le sobrepasa» la misión que la iglesia le encomienda, pero que «entregaré mi vida en Cantabria. Dios proveerá y en sus manos estoy»

Cope Cantabria ha tenido el placer de conversar este jueves 2 de noviembre con el que será, a partir del 16 de diciembre cuando se lleve a cabo el acto oficial, el nuevo obispo de la Diócesis de Santander, Don Arturo Ros Murgadas.

En una charla con Jaime del Olmo en «Herrera en Cope» Cantabria, el hasta ahora obispo auxiliar de Valencia reconoció la importancia y lo inesperado de este nombramiento, la relación que mantiene con Don Manuel Sánchez Monge, obispo titular de la Diócesis de Santander y que a partir de esa fecha del 16 de diciembre será obispo emérito, y otras cuestiones relacionadas con el ámbito personal de Don Arturo.

A. Saiz/AVAN

Esta es una transcripción de buena parte de la intervención de Don Arturo Ros en «Herrera en Cope» Cantabria:

¿Ya se ha hecho a la idea del cambio que supondrá dejar Valencia y recalar en la diócesis de Santander?

Es una pregunta de difícil respuesta (risas). Aún estoy en el proceso de ir digiriendo la realidad presente y futura, pero bueno… vamos recobrando el ánimo después del desconcierto inicial.

¿Cómo lo afronta?

Pues mire, el domingo por la tarde estuve con mi madre, que está un poco enfermita, preparándole para la noticia del martes. Antes de concretarle, le dije: ‘Mira mamá, siempre he obedecido a lo que la iglesia me ha pedido’. Y aunque no hubiese interiormente una claridad en la misión que se me encomendaba, esta vez el Santo Padre me pide este servicio, yo lo acojo con mucha humildad, mucha pobreza, y con mucha gratitud por la confianza que se deposita en mí, dispuesto a entregar mi vida en Cantabria.

En su carta de presentación que tuvimos la oportunidad de escuchar este martes en el obispado de Santander, dice textualmente que es una responsabilidad que le sobrepasa y que solo desde la pobreza de espíritu podrá acogerla… ¿Nos puede explicar por qué? ¿El nombramiento es un gran reto para usted?

Sí lo es; cualquier nombramiento lo es. Los procesos personales de lo que uno piensa de sí mismo y de sus capacidades, pues a veces la iglesia sorprende. He ido de sorpresa en sorpresa en mi vida ministerial en la diócesis, y con momentos en los que asumí responsabilidades muy grandes. Es verdad queme parece mucho lo que se me pide, pero al mismo tiempo estoy dispuesto a entregarme en cuerpo y alma, y poner mi vida al servicio de la Diócesis de Santander, y Dios proveerá; en sus manos estoy. Es cosa suya, y por tanto ya pondrá todo lo necesario para que yo sepa responder a todo lo que se me pide.

También dice que ha vivido estos días con preocupación e inquietud, pero que quiere entregarse totalmente a la misión que la iglesia le encomienda. ¿Cómo se prepara alguien como usted mentalmente para este proceso de cambio?

La preparación es más del corazón y del alma. Tengo asumido e integrado en mi vida el deseo de agradar a Dios y de hacer su voluntad siempre, aunque no coincida con la mía. Pero la suya siempre es buena, siempre en nuestro bien. Y al mismo tiempo acompaña a las pobrezas y pequeñeces que uno tiene, siempre está la inquietud de ¿seré capaz de esto? ¿Tengo capacidad para hacerlo…? La respuesta casi siempre es ‘no’, pero al mismo tiempo hay que responder y entregarnos en cuerpo y alma, y adelante, sin miedo. Me parece que es una gran responsabilidad, porque Santander es una gran diócesis, y voy con el deseo de servir bien a aquella iglesia y la gente de Cantabria, que es mi misión ahora y nuestro compromiso.

Don Manuel Sánchez Monge, nuestro querido obispo durante los últimos 8 años y que será hasta el 16 de diciembre administrador apostólico, reconoció el martes que deja una comunidad de fieles importante, en un proceso de cambio y de profunda evangelización. ¿Ha podido hablar con Don Manuel, para conocer de primera mano qué diócesis se va a encontrar?

De cosas concretas no. Yo a Don Manuel le conozco de hace algunos años, porque coincidimos en la Conferencia Episcopal, es verdad que nos manifestamos un aprecio mutuo muy grande; le considero un hermano y amigo mío y, por tanto, no me ha resultado nada difícil hablar con él. Es verdad que hemos mantenido alguna breve conversación estos días, manteniendo la discreción correspondiente hasta que se hiciera pública la noticia, pero desde esa conversación hasta la última que fue anoche, él lo está haciendo todo muy fácil, me dice cosas buenas, está contento de que sea yo el que le suceda, pues más agradecido no puedo estar.