En la Catedral se congregó un gran número de fieles que acompañaron a Ramón, Paulino, Raúl y Luis en este momento importante para ellos, sus familias, parroquias en las que han servido y para toda la iglesia diocesana.

Jueves, 27 de mayo del 2021. Hoy a las 6 y media de la tarde, comenzaba con la procesión la ordenación diaconal de 4 nuevos diáconos. Los seminaristas de último curso Ramón Gómez Ruiz (24 años, Maliaño), Paulino Mier Suarez (45 años, Torrelavega) Raúl Clemente García (48 años, Arnuero) y otro de los ordenados ha sido Luis M. Eguiguren Garrido (50 años, Castro Urdiales) que de ellos es quien recibe el diaconado de modo permanente, no como sus compañeros que lo serán hasta que sean ordenados sacerdotes en los próximos meses.

Cada uno de ellos ha procurado responder a Dios desde su historia personal, integrando en su vida la llamada de Dios a dejarlo todo y dejando otros caminos. Quizá la historia más sencilla sea la de Ramón, el benjamín del grupo que, al escuchar la vida de Jesús de los labios de su catequista, sintió la llamada a seguirle. Caso distinto es el del resto, cuyo cambio de timón los llevó a dejar sus profesiones anteriores para encontrar aquello que habían buscado y en la llamada fraguó.

Uno de los momentos más impactantes es el que viven los ordenandos en la letanía de los santos. Permanecen postrados en el suelo, en signo de humildad y petición. Este momento, junto con la imposición de manos en silencio, es el más significativo de esta peculiar celebración.

En su homilía, Mons. Manuel Sánchez Monge, obispo de Santander, invitó a los nuevos diáconos a recorrer el itinerario del ministerio diaconal que parte del servicio del evangelio que deben leer, creer, enseñar y practicar para después acoger la pobreza, clave en el itinerario de despojamiento, para lo que les recordó que: “siendo diáconos no subís un peldaño ante los hombres y ante Dios”.

En esa misma línea, siguió animándolos a descubrir su pobreza propia “como un regalo”, sus limitaciones y debilidades, que a veces pueden revestirse de comodidad, que nos impide estar disponibles para nuestros hermanos” o “la pereza que nos lleva a no dedicar el suficiente tiempo a la oración”.

No desperdició la oportunidad nuestro obispo de recordar a los presentes la necesidad que vivimos de sacerdotes. Así animó a los jóvenes y a los presentes a vivir intensamente en la familia la fe cristiana, para que puedan encontrar las vocaciones el lugar fecundo en que crecer, sino “difícilmente surgirán vocaciones, y si surgen, no podrán sostenerse”, concluyó Sánchez Monge.