Juan Jaúregui Castelo murió la noche del pasado sábado, día 24, a los 61 años de edad; murió, a los tres meses de habérsele detectado un tumor en el cerebro, justo el día de su onomástica en la natividad de San Juan Bautista.

De entre las muchas facetas que caracterizaron la vida y la obra de Juan Jáuregui, me gustaría destacar tres: sacerdote, escritor, músico compositor.

Sacerdote. La vocación primera, la que determinó y consumó su existencia fue la sacerdotal, primero como sacerdote trinitario y luego, y hasta el final de sus días, como sacerdote en la diócesis de Santander. Aquí atendió, juntamente con su compañero inseparable Don Leonardo Acevedo, diversas parroquias empezando por la zona de Riva- Ruesga, junto a Ramales, y posteriormente entorno a Penagos con Cabárceno y Santa María de Cayón como lugares más conocidos.

El servicio pastoral en estos pueblos no se limitó a cumplir con las habituales celebraciones dominicales, sino que transformó las mismas con su celo pastoral y su entusiasmo por una liturgia participada por todo el pueblo. Esta manera de concebir y practicar el ministerio sacerdotal fue muy valorada en distintos lugares de la diócesis, que requerían su presencia no sólo en las fiestas mayores de los pueblos, sino también muchos arciprestazgos solicitaban su ayuda para la formación litúrgica y espiritual de las comunidades con sus pastores al frente.

Como responsable de las parroquias que la diócesis le había confiado, trabajó por su renovación también por lo que hace al cuidado del arte que en ellas se contiene, sobresaliendo la belleza de la restauración de la preciosa iglesia románica de Santa María de Cayón, a la que dotó de un órgano de tubos que las monjas benedictinas de León le habían regalado. Pero la práctica pastoral de Juan Jáuregui no se limitaba al ámbito litúrgico, sino que abarcaba, como debe ser y así fue en él, la acogida y cercanía a los más necesitados, en especial, a los enfermos, a los que dedicó tanto tiempo con tanto cariño.

Escritor. Juan Jáuregui destacó también como escritor, no sólo como bloguero en la web de Religión Digital, donde todos los días aportaba su comentario a las lecturas de la liturgia de la Misa del día, con un estilo a la vez claro e incisivo, con una riqueza de imágenes que dejaba sorprendido a más de un lector, por las copiosas lecturas que se adivinaban detrás de dichos comentarios. Su vocación de escritor le nació de su contacto con el pueblo, de la necesidad de alimentar la fe del pueblo de Dios al que servía en aquellos pueblos de Cantabria.

Así surgieron los libros para seguir los tres ciclos del Año Litúrgico, según los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, además de los dedicados a los distintos tiempos litúrgicos. En ellos, Juan no quiso ofrecer homilías, sino comentarios espirituales de la Palabra de Dios al hilo de los evangelios dominicales, convencido de que lo que se puede transmitir en una homilía queda en el aire y con frecuencia se olvida al salir de la iglesia. Por eso le pareció un buen servicio poner en manos de los fieles estos comentarios para mantenerlos en contacto vivo con la Palabra. A todo ello se añadió últimamente su participación en los Guiones litúrgicos de Cáritas.

La misma preocupación pastoral le suscitó la celebración de los funerales, que, con ser el único momento en que muchos párrocos tienen delante mucha gente que no suele aparecer por la iglesia, no siempre se plantean bien ni la celebración ni la predicación. Así surgió el libro más difundido de los suyos, En las manos de Dios, y no sólo en España, lo cual es señal clara de su necesidad.

Músico compositor. La tercera faceta de Jáuregui que me parece muy digna de tenerse en cuenta es la de compositor. Fue una verdadera lástima que el proceso de su terrible enfermedad se iniciara a pocos días de haber grabado en el Santuario de la Virgen Bien Aparecida el cancionero para el Jubileo de la Santa Cruz en Santo Toribio de Liébana, grabación de composiciones suyas y en las que él acompaña en el órgano de dicho santuario. Jáuregui fue un compositor de música litúrgica, empezando por su Misa de la Asamblea con la Salve a la Virgen Bien Aparecida, convencido de la necesidad de su renovación y adaptación para facilitar la participación del pueblo en las celebraciones.

Para ello acudió a venerables sacerdotes astorganos Don Bernardo Velado y su hermano Hortensio, que le propiciaron letras adecuadas y actualizadas para la liturgia eucarística y para distintas advocaciones marianas de la provincia cántabra; el que firma este artículo también le escribió algunas letras para los cantos eucarísticos, bautismales y sacerdotales. Pero Juan prestó especial atención a los salmos, tan maltratados en algunas celebraciones, que gracias a él y a su entusiasmo por ellos muchas comunidades los aprecian y cantan con entusiasmo.

Además de compositor litúrgico, Jáuregui también escribió composiciones para corales con textos de poetas como Unamuno y su epitafio «Méteme, Padre, en tu pecho, misterioso hogar», cuya interpretación por la Coral Salvé de Laredo siempre es acogida por el público con grandes aplausos. En el magisterio musical, Jáuregui fue mi apreciado en las Semanas para organistas litúrgicos que la Comisión Episcopal de Liturgia organiza todos los veranos en Valladolid.

En el Seminario diocesano de Monte Corbán fue profesor de música, enseñando, también con su magnífica voz, a los seminaristas a valorar la importancia del canto en las celebraciones litúrgicas.

Son tres ministerios que Juan Jáuregui cultivó con esmero: sacerdotal, escritor, y músico, los tres para la mayor gloria de Dios y servicio de su Pueblo Santo. Descanse en paz.

José María de Miguel González, OSST